Primer día:
Oración diaria
¡Oh Virgen Santísima Inmaculada,
belleza y esplendor del Carmelo!
Vos, que miráis con ojos de particular bondad
al que viste
vuestro Bendito Escapulario,
miradme benignamente
y cubridme con el manto de vuestra maternal
protección.
Fortaleced mi flaqueza con
vuestro poder, iluminad las
tinieblas de mi entendimiento con
vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe,
la esperanza y la caridad.
Adornad mi alma con tales gracias
y virtudes que sea siempre amada de vuestro
divino Hijo y de Vos.
Asistidme en vida, consoladme
cuando muera
con vuestra amabilísima
presencia, y presentadme
a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo
devoto vuestro,
para alabaros eternamente y
bendeciros en el Paraíso. Amén.
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve.
A Tí clamamos los
desterrados hijos de Eva, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos
misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzarlas promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Día dos:
¡Oh! Virgen del Carmen, María
Santísima, que para mostrar Vuestro especialísimo amor
a los Carmelitas les honrasteis con el dulce
nombre de hijos y hermanos vuestros,
alentando con tan singular favor
su confianza, para buscar en Vos, como en amorosa Madre, el remedio, el
consuelo y el amparo en todas sus necesidades y aflicciones,
moviéndoles a la imitación de Vuestras
excelsas virtudes.
Os ruego, Señora, me miréis, como
amorosa Madre y me alcancéis la gracia de imitaros,
de modo que dignamente pueda yo
ser llamado también hijo vuestro,
y que mi nombre sea inscrito en
el libro de la predestinación de los hijos de Dios y hermanos de mi Señor
Jesucristo. Así Señora, os lo suplico humildemente, diciendo:
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve.
A Tí clamamos los
desterrados hijos de Eva, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos
misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzarlas promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Día tres:
Madre mía del Carmen, bendita
seáis; los Serafines, los Santos y los Justos os llenen de alabanzas, porque me
habéis dado vuestro Escapulario.
Dios te salve, María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.
Madre mía del Carmen, bendita
seáis; los Arcángeles, los Justos y los Santos os llenen de alabanzas, porque
con vuestro Escapulario me habéis hecho especialísimo hijo vuestro.
Dios te salve, María, etc.
Madre mía, madre de mi corazón y
Reina de mi amor, os doy mi alma, mi vida, mi corazón, y quiero que os alaben
las Virtudes y todas las criaturas,
porque con vuestro Escapulario me
habéis infundido la esperanza
de que os veré en el Cielo... No
me dejéis, Madre mía.
Dios te salve, María, etc.
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve.
A Tí clamamos los
desterrados hijos de Eva, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos
misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzarlas promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
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