Las Quince Oraciones reveladas por Nuestro Señor a
Santa Brígida de Suecia
en la Iglesia de San Pablo, en Roma
en la Iglesia de San Pablo, en Roma
Editadas
bajo sanción del decreto del 15 de noviembre de 1966, publicado en la Acta
Apostolicae Sedis, tomo 58, número 16, del 29 diciembre de 1966.
ORACIONES aprobadas por El Papa Pío IX
Magníficas promesas transmitidas a Santa Brígida de
Suecia Tocante a las Revelaciones de Santa
Brígida, el Papa Benedicto XV se expresó de la siguiente manera:
"La aprobación de estas revelaciones implica nada más que esto: Después de un examen lento y detenido, se permite publicar estas revelaciones para el bien espiritual de todos los fieles. Y, aunque no se les atribuye el mismo grado de fe, igual a que se les rinde a las verdades de la religión bajo pena; sin embargo, se les permite creer con fe humana. Es decir, conforme a las reglas de prudencia, por las cuales son probables. Por tanto, estando ya adecuadamente afirmadas y apoyadas por suficientes motivos, pueden ser piadosamente creídas."
"La aprobación de estas revelaciones implica nada más que esto: Después de un examen lento y detenido, se permite publicar estas revelaciones para el bien espiritual de todos los fieles. Y, aunque no se les atribuye el mismo grado de fe, igual a que se les rinde a las verdades de la religión bajo pena; sin embargo, se les permite creer con fe humana. Es decir, conforme a las reglas de prudencia, por las cuales son probables. Por tanto, estando ya adecuadamente afirmadas y apoyadas por suficientes motivos, pueden ser piadosamente creídas."
(Les Petits Bollandistes, Tome XII)
El día 14 de
junio de 1303 nació Santa Brígida. En ese momento, el Cura de Rasbo, llamado
Benito, oraba por un feliz parto de la señora Ingeborde. Súbitamente, se
encontró el cura envuelto en una nube luminosa y de la cual se la apareció la
Santísima Virgen, diciéndole:
"Una niña ha nacido en Birger y se oirá su voz por todo el mundo." Sagli, die XXlV Aprilis, 1903. Imprimatur".
"Una niña ha nacido en Birger y se oirá su voz por todo el mundo." Sagli, die XXlV Aprilis, 1903. Imprimatur".
F. J.
GIRARD, V. G.
Estas
oraciones fueron copiadas de un libro impreso en Tolosa (Francia) en el año
1740. Fueron publicadas por el Padre Adrien Parvilliers, de la Compañía de
Jesús. El Padre Adrien era jesuita, misionario apostólico, en la Tierra Santa.
Este sacerdote obtuvo la aprobación, el permiso y la recomendación que se requerían
para difundir estas oraciones.
El papa Pio
IX declaró conocimiento de estas oraciones con el acto de presentar el Prólogo.
De esta manera, el Sumo Pontífice admitió la autenticidad de estas plegarias
para el bien de las almas; y firmó la aprobación el día 31 de mayo de 1862.
Los que
visitan a la Iglesia de San Pablo en Roma todavía pueden contemplar el
Crucifijo Milagroso, colocado arriba del Sagrario, se encuentra en la Capilla
del Santísimo Sacramento. Este Crucifijo Milagroso fue esculpido por Pierre
Cavallini. Es el mismo crucifijo ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida
cuando recibió estas 15 Oraciones del mismo Nuestro Señor. Además, en esa misma
Iglesia de San Pablo hay una inscripción conmemorando este evento, en latín:
"Pendentis, Pendente Dei verba accepit aure accipit et verbum corde
Bigitta Deum. Anno Jubilei MCCCL."
Por mucho
tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido
Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole:
"Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.480
azotes. Si queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces
el Padre Nuestro; también 15 veces el Ave María, con las siguientes oraciones,
durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis
Llagas." (Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a la
santa.)
Éstas son las oraciones que debemos decir todos los días
durante un año seguido, sin interrumpirlas.
Nuestro Señor hizo las siguientes promesas a las personas que se dediquen a rezar las siguientes oraciones por un año:
Nuestro Señor hizo las siguientes promesas a las personas que se dediquen a rezar las siguientes oraciones por un año:
1. Libraré
del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje.
2. 15 almas
de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas en la gracia.
3. 15
pecadores de su parentela o linaje serán convertidos.
4. El que
rezare estas oraciones alcanzará el primer grado de la perfección.
5. 15 días
antes de su muerte, le daré el alimento de Mi Sagrado Cuerpo para que se escape
del hambre eterna, y le daré a beber de Mi Preciosísima Sangre para que no
padezca de sed eternamente.
6. 15 días
antes de su muerte, sentirá contrición profunda por todos sus pecados, y tendrá
conocimiento perfecto de todas sus culpas.
7. Yo pondré
el signo de Mi victoriosa Cruz delante de él, para que sea su amparo y defensa
contra las acechanzas de sus enemigos.
8. Antes de
su muerte, vendré a él con Mi carísima y bienaventurada Madre.
9.
Benignamente recibiré su alma, y la conduciré a las delicias eternas.
10. Habiendo
conducido a esta alma hasta las mansiones eternas, allí le daré a beber del
Manantial de Mi Divinidad, cosa que no haré con los que no hayan recitado esta
Mis oraciones.
11. Haz
saber que el que haya vivido en estado de pecado mortal aún por 30 años, si
rezare devotamente estas oraciones, o si hubiere propuesto rezarlas, se le
perdonarán todos sus pecados.
12. Yo le defenderé
contra graves tentaciones.
13.
Preservaré y guardaré sus 5 sentidos.
14. Le
preservaré de una muerte repentina.
15. Su alma
será librada de la muerte eterna.
16. Esta
alma obtendrá todo cuanto le pidiere a Dios y a la Santísima Virgen.
17. Si haya
vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y si debiera morir al
día siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que se confiese bien.
18. Cada vez
que un alma rezare estas oraciones, ganará 100 días de indulgencia más.
19. Se le
asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Ángeles.
20. Al que
enseñare estas oraciones a otra persona, se le asegura gozo continuo y
perdurable por toda la eternidad.
21.
Dondequiera que se rezaren estas oraciones, o si se rezan en algún tiempo
futuro, allí estará Dios con Su gracia.
Las 15 oraciones
Primera
Oración (Padre Nuestro - Ave María)
¡Oh Jesucristo! ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores! Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.
¡Oh Jesucristo! ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores! Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.
Acordaos, Oh
Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis lavado los
pies; y después, les disteis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre
Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra
próxima Pasión.
Acordaos de
la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra alma, como Vos mismo
lo afirmasteis, diciendo: "Mi alma está triste hasta la muerte."
Acordaos de
todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro
Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber orado
tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro
discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais
escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente
juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y
en la solemne estación pascual.
Acordaos que
fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de
irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después,
coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente,
fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes, y agobiado de oprobios y
ultrajes.
En memoria
de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en
la Cruz, concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión
sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados.
Amén.
Segunda
Oración (Padre Nuestro - Ave María)
¡Oh Jesús!
la verdadera libertad de los ángeles, y paraíso de delicias! Acordaos del
horror y la tristeza que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos como
leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas,
laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su
antojo. En consideración de estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os
suplico, ¡Oh mi Salvador, y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos
visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la
perfección de la salvación eterna. Amén.
Tercera
Oración (Padre Nuestro - Ave María)
¡Oh Jesús!
Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos
abarcáis todo; todo es sostenido bajo Vuestra amorosa potestad. Acordaos del
dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos
cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y
no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor,
agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible
crueldad, extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones
violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
Oh Jesús, en
memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz, Os
suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén.
Cuarta
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las
Vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis
sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que
no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la
planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos.
Sin embargo, olvidando todos Vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por
Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre,
perdónalos no saben lo que hacen."
Por esta
inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica:
conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta
contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
Quinta
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido
al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de
Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se
salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente
habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían
condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos
desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este
abismo de la compasión y piedad, y principalmente por la bondad que
demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el
Paraíso.", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi
muerte tengáis misericordia de mí. Amén.
Sexta
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido,
cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y
elevado en la Cruz. También, fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y
amigos con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra agonía, Ella
permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo,
Juan, diciendo a María: "¡Mujer, he aquí a tu hijo!" Y a Juan:
"¡He aquí a tu Madre!"
Os suplico,
Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Vuestra
Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en todas mis aflicciones y
tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme
en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
Séptima
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En un profundo gesto de
amor, habéis exclamado en la Cruz: "¡Tengo sed!" Era sed por la
salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros
corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección, en todas nuestras
obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los
apetitos mundanos. Amén.
Octava
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel
amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos.
Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre
Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte para servir
de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
Novena
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
Virtud Real y Gozo de alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en
un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los
judíos, clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre
Celestial, diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?"
Por esta
angustia, Os suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y
dolores de mi muerte. Amén.
Décima
Oración (Padre Nuestro - Ave María)
¡Oh Jesús,
Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos
que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor
desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la
enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos
Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable
para aquellos que Os aman. Amén.
Undécima
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús!
¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que penetraron
hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos,
presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis
ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan
justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas
hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
Duodécima
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad! Acordaos de
la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies.
Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de
Vuestra adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por
amor a nosotros, en Vuestra Carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de
hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido!
¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el
Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma.
Y que en mi
corazón, Vuestro Amor aumente cada día hasta que llegue a contemplaros en la
eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha
verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén.
Decimotercera
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis
sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como físicas,
inclinasteis la Cabeza y dijisteis: "Todo está consumado."
Por esta
angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora
de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma
sumergida en angustia. Amén.
Decimocuarta
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de Su Esencia! Acordaos
de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro
Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi
Espíritu!" Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y
abiertas las Entrañas de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado.
Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los santos, confortadme.
Socorredme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando
muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid
mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
Decimoquinta
Oración (Padre Nuestro – Ave María)
¡Oh Jesús,
verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan
generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra preciosa
Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De Vuestro
Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y agua, hasta
no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra,
elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue
destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la
médula de Vuestros Huesos.
Por esta
amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre, Os suplico, Oh
dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía de
mi muerte. Amén.
Conclusión:
¡Oh Dulce
Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me
sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos. Haced
que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. Y que mi conversación sea
agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi
muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con
todos Vuestros santos. Amén.
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