1. Comienza por saber escuchar. En el silencio y en tu interior, el Cielo emite noche y día.
2. No ores
para que Dios realice tus planes, sino para que tú intérpretes los planes de
Dios.
3. Pero no
olvides que la fuerza de tu debilidad, es la oración. Cristo dijo: «Pedid y
recibiréis»
4. El pedir
tiene su técnica: Hazlo atenta/o, humilde, confiada/o, sin titubear e
insistente, y por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de
los siglos, amén.
5. ¿No sabes
qué decirle a Dios? Háblale de tus intereses. Muchas veces. Y a solas.
6. No
conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios
pensamientos, háblale y espera su respuesta. Poco a poco aprenderás que esa voz
interior, ese sentimiento, esa seguridad, o esa moción en tu corazón, es su
respuesta.
7. Cuando
ores, no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no se valen trucos…
Sé cual eres.
8. ¿Y qué de
las distracciones involuntarias? No te preocupes, Dios y el sol broncean con
sólo ponerse delante.
9. Si alguna
vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde, abre la Biblia y lee.
10. No
hables nunca de «ratos de oración»; ten «vida de oración»
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