El oficio divino es
parte de la liturgia y, como tal, constituye, con la Santa Misa, la plegaria pública
y oficial de la Iglesia.
El oficio divino
(Liturgia de las Horas) es el conjunto de oraciones (salmos, antífonas, himnos,
oraciones, lecturas bíblicas y otras) que la Iglesia ha organizado para ser
rezadas en determinadas horas de cada día.
El oficio divino es
parte de la liturgia y, como tal, constituye, con la Santa Misa, la plegaria
pública y oficial de la Iglesia. Su fin es consagrar las horas al Señor,
extendiendo la comunión con Cristo efectuada en el Sacrificio de la Misa. Quien
reza el oficio hace un paro en las labores para rezar con la Iglesia, aunque se
encuentre físicamente solo. Aunque sin duda es necesaria la oración privada,
también es necesario que recemos formalmente unidos como Iglesia.
Los sacerdotes,
religiosos y religiosas tienen obligación de rezar el Oficio Divino.
La Iglesia invita a
TODOS a rezar la Liturgia de las Horas:
"Se invita
encarecidamente también a los demás fieles a que, según las circunstancias,
participen en la Liturgia de las Horas, puesto que es acción de la Iglesia.
Código de Derecho Canónico [Canon 1174 § 2.]"
La Liturgia de las
Horas se reza en diferentes "horas" del día.
Las principales son
los "laudes", que se hacen por la mañana antes de comenzar las labores
, y las "vísperas", al atardecer, cuando regresamos a casa. Cada una
requiere solo unos 15 minutos y se pueden muy bien hacer en familia. ¡Le
recomendamos que le pida a un sacerdote o religiosa para que le enseñe y se una
a la oración de la Iglesia!
Ya los judíos desde
antes de Cristo tenían la práctica de orar en horas establecidas. Jesús mismo,
como judío piadoso, rezaba en estas horas. En la hora nona, mientras colgaba de
la cruz, rezó las primeras palabras del salmo 22: "Dios mío, por qué me
has abandonado"
Según las Sagradas
Escrituras debemos orar sin cesar:
"(Jesús) les
decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin
desfallecer" (Lucas 18,1).
San Pablo enseña a
vivir "perseverantes en la oración" (Romanos 12,12).
La Iglesia siempre ha
enseñado la importancia de la oración continua. Los Hechos de los Apóstoles
presenta el testimonio de los primeros cristianos: "Todos ellos
perseveraban en la oración" (Hechos 1,14).
El oficio divino es
la forma oficial de implementar en la vida diaria la "oración
continua" de manera que se mantenga una perpetua comunión con Dios. El
oficio, siendo oración hecha como Cuerpo de Cristo, es la misma respiración de
la Iglesia y expresión de la vida cristiana que es unión con Dios.
Las horas del Oficio Divino
Estas horas se llaman
"Horas Canónicas". Recuerde que no es necesario para los laicos
rezarlas todas para participar de esta oración. Pueden reducir el oficio a
estas dos horas: Los Laudes antes de ir a trabajar y las Vísperas al terminar
los trabajos.
Maitines (la oración
de la mañana) también llamadas (matutinae laudes o alabanzas matutinas). El
nombre es del latín matutinus. La primera de las horas canónicas. Antiguamente
se cantaban los maitines durante las primeras horas del día, poco después de la
media noche.
Laudes, que significa
"alabanzas". Es, con las vísperas, una de las horas principales.
Consiste de un himno, dos salmos, un cántico del Antiguo o del Nuevo
Testamento, una lectura corta de la Biblia, el Benedictus, responsorios,
intercesiones, el Padrenuestro y una oración conclusiva.
Prima: primera hora
después de salir el sol, aprox. 6AM
Tercia: tercera hora
después de salir el sol, aprox. 8AM
Sexta: sexta hora,
aprox. 11AM
Nona: novena hora,
aprox. 2PM
Vísperas: (viene de
"vesper": tarde). Es el oficio de la tarde. Consiste de un himno, dos
salmos, un cántico del Antiguo o del Nuevo Testamento, una lectura corta de la
Biblia, el Magnificat de la Santísima Virgen, responsorios, intercesiones, el
Padrenuestro y una oración conclusiva.
Completas: oraciones
del oficio divino al acostarse.
En los monasterios
suelen cerrar el oficio las antífonas de la Santísima Virgen María, costumbre
que parte del siglo XIII
También se reza
diariamente el Oficio de las lecturas que consiste en tres salmos y de dos
lecturas, una de la Biblia y la otra de otra fuente, generalmente de los
Padres, de los santos o de un documento de la Iglesia.
Historia
Durante la Edad Media
el Oficio Divino se organizó partiendo principalmente de los monasterios
benedictinos. En su regla, San Benito recomienda insistentemente a sus monjes
que durante sus viajes no dejen pasar las horas de la oración. Debían rezar
cada semana el salterio íntegro (los 150 salmos). Para rezar algunas horas, las
"horas menores", no era obligación acudir a la iglesia, sino que, al
escuchar la trompeta o campana, los monjes, interrumpiendo sus ocupaciones se
ponían a orar en el lugar que se encontraban (como hacen los musulmanes). Para
las "horas mayores", (maitines, laudes, vísperas), toda la comunidad
se reunía en la iglesia.
A partir del siglo
XII, por la influencia de los frailes menores (Franciscanos), que viajaban con
frecuencia, se promulgó un libro abreviado (breviario) ya que era imposible
llevar los numerosos volúmenes que se requieren en el monasterio. La actual
forma del Oficio Divino fue promulgada por el Papa Paulo VI en 1970 en la
constitución apostólica Laudis Canticum. Los textos y los arreglos de la
liturgia de las horas fueron revisados de acuerdo a las directrices del
Concilio Vaticano Segundo (Constitución sobre la Liturgia, IV, 83-101).
Organización del
Oficio Divino
Como aparece en el
Breviario, el oficio está dividido en:
El Propio del Tiempo,
con lecturas bíblicas y homilías.
Solemnidades del
Señor
El Ordinario (el
orden regular cuando no hay una fiesta señalada)
El Salterio (salmos
para las diferentes horas) que sigue un ciclo de cuatro semanas.
El Propio de los
Santos, con secuencia de fiestas
Oficios Comunes, para
las Misas votivas
El Oficio de los
Muertos.
Un suplemento
contiene cánticos y lecturas de la Palabra para las vigilias, pequeñas
oraciones de intercesión, e índices detallados.
La revisión del
Breviario desde el Concilio Vaticano Segundo prescribe:
Oficio de las
Lecturas, Oración de Laudes (mañana), Oración del Día (optar por una de las
menores), Oración de Vísperas (Atardecer) y Completas (Oración de la Noche).
Estas incluyen las antífonas apropiadas, así como las oraciones, salmos,
cánticos, himnos, y responsorios que aparecen en el breviario.
Para todo el clero,
religiosos y religiosas, el Oficio Divino continúa siendo obligación formal. Su
primer cometido es orar por el pueblo y en nombre del pueblo que se les ha
encomendado. Lo ideal es que el clero rece con su pueblo en cuanto sea posible
Aunque no es
obligación para los laicos, La Iglesia recomienda a todos los fieles que recen
el Oficio Divino. San Pío X, en 1903 exhortó encarecidamente al pueblo
cristiano a participar en el Oficio Divino. El Concilio Vaticano II confirmó
esta recomendación que aparece también en el Catecismo de la Iglesia Católica:
#1196 Los fieles que
celebran la Liturgia de las Horas se unen a Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, por
la oración de los salmos, la meditación de la Palabra de Dios, de los cánticos
y de las bendiciones, a fin de ser asociados a su oración incesante y universal
que da gloria al Padre e implora el don del Espíritu Santo sobre el mundo
entero.
Aparece también en la
actual ley canónica:
"Se invita
encarecidamente también a los demás fieles a que, según las circunstancias,
participen en la Liturgia de las Horas, puesto que es acción de la
Iglesia." -Canon 1174
Fuente: Corazones.org
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