«Virgen del Santo
Rosario, Madre del Redentor, mujer de nuestra tierra encumbrada por encima de
los cielos, humilde sierva del Señor, proclamada Reina del mundo, desde lo
profundo de nuestras miserias recurrimos a ti. Con confianza de hijos miramos
tu rostro dulcísimo.
Coronada con doce
estrellas, tú nos llevas al misterio del Padre, tú resplandeces de Espíritu
Santo, tú nos donas a tu Niño divino, Jesús, nuestra esperanza, única salvación
del mundo.
Brindándonos tu
Rosario, tú nos invitas a contemplar su Rostro. Tú nos abres su corazón, abismo
de alegría y de dolor, de luz y de gloria, misterio del Hijo de Dios, hecho
hombre por nosotros. A tus pies sobre las huellas de los santos, nos sentimos
familia de Dios.
Madre y modelo de la
Iglesia, tú eres guía y sostén seguro. Haz que seamos un corazón solo y un alma
sola, pueblo fuerte en camino hacia la patria del cielo.
Te entregamos nuestras
miserias, los tantos caminos del odio y de la sangre, las mil antiguas y nuevas
pobrezas y sobre todo nuestro pecado. A ti nos encomendamos, Madre de
misericordia: obtennos el perdón de Dios, ayúdanos a construir un mundo según
tu corazón.
Oh Rosario bendito de
María, cadena dulce que nos anuda a Dios, cadena de amor que nos hace hermanos,
no te dejaremos jamás. En nuestras manos serás arma de paz y de perdón,
estrella de nuestro camino.
Y nuestro beso a ti,
en nuestro último respiro, nos sumergirá en una ola de luz, en la visión de la
Madre amada y del Hijo divino, anhelo de alegría de nuestro corazón con el
Padre y el Espíritu Santo».
El Santo Padre, Francisco en su visita Pastoral a Pompeya-Nápoles, el 21 de marzo de 2015, en el lugar rezó la llamada “Piccola Supplica” (pequeña súplica) ante la
imagen del Santuario de Nuestra Señora del Rosario y pronunció una súplica inspirada en una
oración del Beato Bartolo Longo, fundador del Santuario.
Antes de dirigirse a
Nápoles, el Pontífice saludó a los fieles presentes en la plaza del Santuario
que estuvieron en una vigilia de oración toda la noche.
A ellos el Santo
Padre les dijo: “¡Muchas gracias! Muchas gracias por esta calurosa acogida. Le
hemos rezado a la Virgen para que nos bendiga a todos: a ustedes, a mí, a todo
el mundo. Necesitamos a la Virgen, para que nos cuide. Y recen por mí, no se
olviden. Ahora los invito a rezar todos juntos un Ave María y luego les daré mi
bendición”.
Tomado de: ACI Prensa
Foto: ACI Prensa
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