Recuerda que la paz espiritual
puede ser conservada aún en medio de las tormentas de la vida. Como bien sabes,
consiste en mantener relaciones pacíficas con todos los que nos rodean,
deseándoles bien en todas las cosas. También consiste en estar en buena relación
con Dios a través de la gracia santificante. La prueba de que estamos unidos a
Dios es la certeza moral de que, en nuestra conciencia, no estamos cometiendo
ningún pecado mortal. Resumiendo, la paz consiste en haber alcanzado la
victoria sobre el mundo, el demonio y nuestras propias pasiones.
Esta paz que Jesús nos ha traído
puede seguir siendo nuestra no sólo cuando gozamos de abundantes consolaciones
espirituales sino también cuando nuestros corazones están llenos de dolor y
preocupaciones.
Carta a Raffaelina Cerase, 10 de
octubre de 1914.
No hay comentarios:
Publicar un comentario