Festividad del Santísimo Nombre: 2do
domingo después de la Epifanía.
Fiesta del Niño Jesús de Praga:
Primer domingo del mes de junio.
Origen de la imagen del Santo Niño de Praga
Allá por el final de
la Edad Media, entre Córdoba y Sevilla, al sur de las márgenes del
Guadalquivir, hay un monasterio famoso, lleno de monjes con largas barbas y
ásperas vestiduras.
Después de una
incursión de los moros que pueblan la zona, queda reducido a ruinas, y solo
cuatro monjes se salvaron de la catástrofe.
Entre ellos está Fray
José de la Santa Casa, un lego con corazón de santo y cabeza y manos de
artista, pero con un amor desbordante a la Santa Infancia de Jesús.
En cualquier oficio
que la obediencia le mandase, se le encontraba infaliblemente entretenido,
pensando y hablando con el Niño Jesús.
Un buen día Fray José
está barriendo el suelo del monasterio, y de repente se le presenta un hermoso
niño que le dice:
¡Qué bien barres,
fray José, y que brillante dejas el suelo! ¿Serías capaz de recitar el Ave María?
Pues entonces, dilo.
Fray José deja a un
lado la escoba, se recoge, junta las manos y con los ojos bajos, comienza la
salutación angélica.
Al llegar a las
palabras “et benedictus fructus ventris tui” (y bendito el fruto de tu
vientre), el niño le interrumpe y le dice:
¡ESE SOY YO!, y
enseguida desaparece.
Fray José grita
extasiado:
¡Vuelve Pequeño
Jesús, porque de otro modo moriré del deseo de verte!
Pero Jesús no vino. Y
Fray José, seguía llamándolo día tras día, en la celda, en el huerto, en la
cocina…en todas partes.
Al fin un día sintió
que la voz de Jesús le respondía:
“Volveré, pero cuida
de tener todo preparado para que a mi llegada hagas de mí una estatua de cera
en todo igual a como soy”.
Fray José corrió a
contárselo al padre prior, pidiéndole cera, un cuchillo y un pincel.
El Superior se lo
concedió y Fray José se entregó con ilusión a modelar una estatua de cera del
Niño que había visto.
Hacía una y la
deshacía, para hacer otra, pues nunca estaba conforme, y cada una que hacía le
salía más bella que la anterior, y así pasaba el tiempo, esperando que
regresase su Amado Jesusito.
Y por fin llegó el
día en el que, rodeado de ángeles, se le presenta el Niño Jesús, y Fray José en
éxtasis, pero con la mayor naturalidad pone los ojos en el Divino modelo y
copia al Niño que tiene delante.
Cuando termina y
observa que su estatua es igual al Sagrado Modelo, estalla en risas y llantos
de alegría, cae de rodillas delante de ella y posando la cabeza sobre las manos
juntas, muere.
Y los mismos ángeles
que acompañaron a su Niño Jesús, recogieron su espíritu y lo llevaron al
Paraíso.
Los religiosos
enterraron piadosamente el cuerpo del santo lego y con particular devoción
colocaron la imagen de cera del Niño Jesús en el oratorio del monasterio.
DESTINO DE LA IMAGEN
Aquella misma noche
Fray José se apareció en sueños al Padre Prior, comunicándole lo siguiente: “Esta
estatua, hecha indignamente por mí, no es para el monasterio.
Dentro de un año
vendrá Doña Isabel Manríquez de Lara, a quien se la daréis, quien a su vez se
la entregará a su hija como regalo de bodas, quien la llevará a Bohemia y de la
capital de aquel reino será llamado -Niño Jesús de Praga- entre los pueblos y
naciones.
La gracia, la paz y
la misericordia descenderán a la tierra, por Él escogida para habitar en ella,
el pueblo de aquel reino será su pueblo, y El será su PEQUEÑO REY”.
Y efectivamente al
año en punto, Doña Isabel Manríquez de Lara, en un viaje de recreo por la zona,
topó con las ruinas del monasterio, y el prior, ya único superviviente le
entregó la imagen del Niño Jesús, contándole su fascinante historia.
La dama llena de
alegría, retornó a su castillo de Sierra Morena, muy cerca de Córdoba. Y aquí
la leyenda deja paso a la historia.
Lo que sí se sabe es
que cuando en 1526 un Habsburgo se ciñó la corona de Bohemia, los enlaces entre
las familias nobles españolas y eslovacas se repitieron.
Cuando la emperatriz
partió para Praga en 1547, entre sus damas de la corte iba doña María Manríquez
de Lara, hija de don García Manríquez de Lara y de doña Isabel de Bregsano, de
noble familia italiana. En la casa solariega de los Manríquez de Lara, en la
región cordobesa, se veneraba una preciosa estatua del Niño Jesús.
En 1566, la hija de
la familia doña María se casó con el noble bohemio Vratislav de Pernstejn,
En 1582 moría este
noble caballero rodeado por su esposa y sus siete hijos, dos varones y cinco
hembras. Polixena era la favorita de Doña María.
Doña María entregó la
imagen de que querido Niño Jesús a Polixena y esta la consoló en su pronta
viudez, pues su primer matrimonio sólo duró cinco años. Luego de su segunda
viudez, la piadosa princesa Polixena Lobkowitz, sintiendo en el alma las
apremiantes necesidades de los Carmelitas, resolvió entregarles la pequeña
estatua de cera, de 48 cm.
La que representaba
un hermoso Niño Dios, de pie, con la mano derecha levantada, en actitud de
bendecir, mientras con la izquierda sostenía un globo dorado.
Su rostro era muy
amable y lleno de gracia, la túnica y el manto habían sido arreglados por la
misma princesa, la cual, al dar la estatua a esos religiosos, les dijo:
“Padres míos, os
entrego lo más caro que poseo en el mundo: Honrad mucho a este Niño Jesús y
nada os faltará.”
La hermosa estatua fue colocada
en el oratorio del convento. Su túnica y el manto habían sido arreglados por la
misma princesa. Muy pronto sus palabras resultaron proféticas. Mientras los religiosos mantuvieron la
devoción al Divino Infante de Praga, gozaron de la prosperidad. En 1631 el
ejército de Sajonia entró en Praga y los Padres Carmelitas se trasladaron a
Munich sin llevarse la estatua la que terminó arrojada a los escombros por
manos de los herejes invasores.
En el año 1635 terminó la guerra
y regresaron los carmelitas a su convento en la ciudad de Praga, pero las
condiciones de vida eran muy malas. Uno de los monjes llamado el Padre Cirilo
regresó a Praga después de siete años. Encontró la situación en la ciudad en
pésimas condiciones. Los ciudadanos corrían el peligro de perder hasta la fe. Fue entonces que el Padre Cirilo, quién había
recibido anteriormente gran ayuda espiritual por medio de su devoción al Santo
Niño de Praga, quiso restaurar la devoción. Con mucha diligencia el comenzó a
buscar la estatua milagrosa. Al cabo de cierto tiempo, el Padre la encontró
entre los escombros detrás del altar, donde los invasores la habían arrojado.
Estaba cubierta por un manto. Extasiado de alegría, el Padre Cirilo volvió a
colocar al Santo Niño en su lugar, en el Oratorio donde los carmelitas lo veneraron
con gran devoción y confianza.
Pronto se
levantó el sitio impuesto por los enemigos y todos gozaron felizmente de la
paz.
Un día, mientras que el padre
Cirilo rezaba devotamente ante la estatua milagrosa, oyó una voz que le decía:
"Ten piedad de mí y yo
tendré piedad de vosotros. Devolvedme mis manos y yo os daré la paz. Cuánto más
me honren, tanto más os bendeciré."
Asombrado de oír estas palabras,
el Padre Cirilo examinó la estatua minuciosamente. Removiendo el manto que
cubría al Divino Niño, el Padre descubrió que ambas manitas estaban quebradas.
El Superior se negó a restaurarlas alegando la extrema pobreza en que aún vivía
el convento. El Padre Cirilo fue llamado a auxiliar un moribundo llamado Benito
Maskoning y recibió de él 100 florines. Los llevó al Superior y tenía esperanza
que se usasen para reparar la estatua. Pero este juzgó que sería mejor comprar
una nueva. El mismo día que se inauguró
la nueva estatua, un candelabro de la pared se desprendió y cayendo sobre la
estatua, la redujo a pedazos. Al mismo tiempo, el Padre Superior cayó enfermo y
no pudo terminar su período de mando.
Elegido un nuevo Superior, el P.
Cirilo volvió a suplicarle que hiciera reparar la estatua, pero no consiguió
nada. Un día mientras oraba a la Virgen María lo llamaron a la Iglesia donde
una señora le entregó una cuantiosa limosna antes de desaparecer. Lleno de
gozo, el P. Cirilo fue al Superior con el dinero, pero este lo utilizó para
otra cosa.
Pronto vinieron nuevas
calamidades y pobreza. Ante esas
circunstancias todos acudieron al Niño Jesús. El Superior se humilló y prometió
celebrar 10 misas ante la estatua y propagar su culto. La situación mejoró
notablemente, pero no se arreglaba la estatua. Un día el Padre Cirilo, que no
cesaba de interceder ante Jesús, escuchó que le decía:
"Colócame a la entrada de la
sacristía, y encontrarás quien se compadezca de mí."
Se presentó un desconocido, el
cual, notando que el hermoso Niño no tenía manos, se ofreció espontáneamente a
repararlas. Al poco tiempo el desconocido ganó un juicio en el que recuperó una
fortuna. Innumerables beneficios fueron
recibidos por los devotos. Los carmelitas por eso quisieron edificarle una
capilla pública, teniendo en cuenta que el sitio donde debían levantarla, había
sido ya indicado por la Santísima Virgen al Padre Cirilo. Pero no había dinero y los conflictos con
los calvinistas hacía peligroso levantar nuevas iglesias.
Finalmente, en el 1642, la
Princesa Lobkowitz edificó un Santuario que se inauguró en 1644, el día de la
fiesta del Santo Nombre de Jesús. Acudían devotos de todas partes y de toda
condición. En 1655, el Conde Martinitz, Gran Marqués de Bohemia, regaló una
preciosa corona de oro esmaltada con perlas y diamantes. El Reverendo José de
Corte se la colocó al Niño Jesús en una solemne ceremonia de coronación.
Al Divino Niño le llamaban el
"Pequeño Grande" y su reputación milagrosa se esparció por todas las
naciones. En innumerables colegios,
parroquias, hogares, el Divino Niño entró a presidir y derramar sus
bendiciones, sobre todo la gracia de la fe.
Surgieron las Letanías del Nombre
de Jesús; la recitación de 5 padrenuestros, avemarías y glorias seguidas de la
jaculatoria: "Sea bendito el Nombre del Señor ahora y por los siglos de
los siglos." repetida 5 veces; la oración del Padre Cirilo; la recitación
del Rosario del Niño Jesús; y la celebración de la fiesta de Su Santísimo Nombre,
el 2º domingo después de la Epifanía.
Es significativo que Jesús quiera
propagar la devoción a su infancia en un mundo en que los niños son abortados,
abusados y la mayoría no recibe una educación ni ejemplo de vida
cristiana. Jesús, quién dijo "dejad
que los niños se acerquen a mi", fue El mismo niño y quiere que seamos
humildes y puros como niños para entrar en Su Reino. Al meditar sobre su niñez,
Jesús nos bendecirá y suscitará en nosotros sus virtudes.
La devoción al Divino Niño
siempre había sido practicada por los carmelitas. Santa Teresa de Jesús
practicaba una devoción muy particular al Divino Niño. Igualmente lo hacía
Santa Teresita, llamada la "pequeña flor de Jesús".
ORACIONES
Oración revelada por la Virgen al
P. Cirilo
Oh, Niño Jesús, yo recurro a Ti y
te ruego por la intercesión de tu Santa Madre, me asistas en esta necesidad
(pídase el favor que se desea obtener), porque creo firmemente que tu Divinidad
me puede socorrer.
Espero con toda confianza obtener
tu santa gracia. Te amo con todo el corazón y con todas las fuerzas de mi alma.
Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados, y te suplico, oh buen Jesús,
me des fuerzas para triunfar. Propongo no ofenderte y me ofrezco a ti,
dispuesto a sufrir antes que hacerte sufrir.
De ahora en adelante, quiero
servirte con toda fidelidad, y por tu amor ¡oh Divino Niño! amaré a mi prójimo
como a mí mismo. Niño omnipotente, Señor Jesús, nuevamente te suplico me
asistas en esta circunstancia (se manifiesta). Concédeme la gracia de poseerte
eternamente con María y José y adorarte con los Ángeles en la Corte del Cielo.
Amén.
Oración al Milagroso Niño de
Praga
¡Oh Milagroso Niñito Jesús! Te
suplicamos que mires nuestros corazones enfermos. Deja que tu Corazón de gran
misericordia se apiade y nos de la gracia que te rogamos de rodillas.
(Aquí se presenta la intención).
Límpianos del dolor y de la
desesperación, de las enfermedades y desgracias que nos agobian. Acuérdate de
todos los méritos de tu santísima infancia, y oye nuestra súplica. Danos tu
consolación y tu gracia para que eternamente te podamos adorar junto al Padre y
al Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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