Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.
Proteged, oh providentísimo
Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad
de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el
Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las
tinieblas; y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente
peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las
asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros
protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos
por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar
en el Cielo la eterna felicidad.
Amén
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