lunes, 29 de junio de 2015

Solemnidad de San Pedro y San Pablo - Día del Papa


El 29 de Junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebramos el día del Papa, y la colecta llamada desde los primero siglos, el Óbolo de San Pedro.

En esta Jornada del Papa estamos llamados de manera especial, a meditar en el ministerio del sucesor de Pedro, el Papa Francisco, a orar por él y contribuir con nuestras limosnas y donativos a su misión evangelizadora y de caridad.

El Romano Pontífice como sucesor de San Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así como de los Obispos, como de la multitud de los fieles. Es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Es el Vicario de Cristo.

Ya en la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel toda la comunidad oraba insistemente a Dios por él., (Hc. 12:59). Hoy toda la Iglesia tiene el deber de orar por el Papa Francisco. Cuando oramos por el sucesor de Pedro, que preside la “Caridad de todas las Iglesias”, como afirmó San Ignacio de Antioquía, pedimos que la Iglesia se mantenga fiel a su magisterio, para que como los primero cristianos vivamos como hermanos arraigados firmemente en el amor y la caridad.

Junto con la oración y el agradecimiento, es una llamada a colaborar con nuestras limosnas y donativos a la colecta especial. A través de ella, ayudamos al Papa para que pueda realizar su misión a través de la Iglesia Universal y de los más pobres de la tierra.

Desde esta carta Pastoral doy las gracias a todos los fieles y pido un año más de la más generosa y alta colaboración económica de todos los diocesanos, para que el Santo Padre pueda cumplir su ministerio. Que el Señor los premie y que vuestro comportamiento  exprese el cariño, la obediencia y el amor que sentís por el Papa.

Autor: Mons. Vicente Jiménez Zamora, Obispo de Santander






Pedro y Pablo - Un llamado





La solemnidad de san Pedro y san Pablo nos permite contemplar la estrecha amistad que se establece entre Jesucristo y estos dos hombres elegidos para misiones muy importantes. En la primera lectura, tomada de los hechos de los apóstoles, Pedro recibe la visita en la cárcel de un ángel enviado por Dios que lo invita a ponerse en pie y seguirlo. Pedro deberá reemprender su misión al frente de la Iglesia naciente. 






Pablo, en la carta a Timoteo hace un recuerdo emocionado de su entrega a Cristo: “he combatido el buen combate”. Sabe que Dios lo escogió desde el seno de su madre para revelarle a Cristo y para llamarlo a anunciarlo a todos los pueblos. Ahora al final de su carrera, reconoce con gratitud que Cristo lo ayudó y le dio fuerzas. 

En Pedro y en Pablo aquello que más resalta es su íntima amistad con el maestro. Ambos tuvieron experiencia del amor de Dios en Cristo Jesús. Esa experiencia los acompañó durante toda su vida y les dio una viva conciencia de su misión. Tiene, pues, razón Pedro al concluir con emoción: “Señor, Tú sabes todo, Tú sabes que yo te amo”.

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