viernes, 17 de abril de 2015

En la enfermedad



En la enfermedad, una persona puede alcanzar la altura de la santidad que una persona sana no es capaz de lograr. La gente sana está corriendo de aquí y de allá, visitando amigos, sus trabajos.... 

Pero una persona enferma vive muy sola, está abandonada a lo que los demás terminen sus faenas diarias. Tu cuarto es como el monte Calvario donde Jesús abandonado sufrió.

No es fácil para los que tienen buena salud entender qué pesada es la cruz de una larga enfermedad. No solo es dolor físico, aunque eso es bastante de llevar, sino el cansancio, la languidez, depresión, inquietud y la soledad de no ser comprendidos, junto con largas horas solos. 


Recuerda querido hermano/a enfermo/a que puedes hacerte más santo si no te quejas contra Dios. Dígamosle: ¡Dadme paciencia, o Señor, paciencia para sufrir por Vos y con Vos, y nunca murmurar aún cuando el dolor y el sufrimiento lleguen al máximo!

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