"Quien
reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación
de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción ” (Deus caritas est, 36).
de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción ” (Deus caritas est, 36).
Toda la Iglesia está llamada a
contribuir al desarrollo de la misión con una colaboración activa, pero es
evidente que no todos los cristianos están llamados a realizar una actividad
misionera específica (o acción misionera), como es el caso de los que
están impedidos debido a su enfermedad, o su avanzada edad. No obstante, existen otras
maneras de participar de la misión universal de la Iglesia. Una de ellas
es la Cooperación
Misionera.
La Cooperación Misionera, es la manera
de proyectarse efectivamente hacia la misión universal, desde el propio lugar.
De esta manera la Iglesia Particular participa y colabora activamente con la
misión universal de la Iglesia, tanto en la misión ad gentes como en la nueva
evangelización. Esta cooperación misionera se realiza principalmente de dos
maneras:
Cooperación Espiritual: Dice Juan
Pablo II en Rmi 78: “Entre las formas
de participación, el primer lugar corresponde a la cooperación espiritual:
oración, sacrificios, testimonio de vida cristiana”. La oración y el sacrificio ofrecido por los misioneros,
son el motor de la misión y la fuente de
gracias y fuerza para los misioneros.
Cooperación Material: La colaboración con
dinero u otros bienes, constituye un aporte fundamental para el sostenimiento
de las misiones y los misioneros. El segundo fin de semana de Octubre, se promueve la colecta de la DOMUND (Jornada
Mundial de las Misiones) para ayudar a sostener las misiones en todo el mundo.
"La
mies es mucha, pero los obreros pocos. Rueguen, pues,
al dueño de la mies que envíe obreros a su mies." (Mt. 9, 37-38)
al dueño de la mies que envíe obreros a su mies." (Mt. 9, 37-38)
Una respuesta ejemplar a la llamada universal a la
responsabilidad en la obra misionera la dio en su tiempo Santa Teresa del Niño
Jesús, de la que este año conmemoramos el centenario de la muerte. La vida y la
enseñanza de Teresita corroboran el vínculo estrechísimo que existe entre
misión y contemplación: En efecto, no puede darse misión sin una intensa vida
de oración y de profunda comunión con el Señor y con su sacrificio en la Cruz.
Podemos ser auténticos apóstoles, y del modo más fecundo, también entre las
paredes domésticas, en el puesto de trabajo, en una cama de hospital, en la
clausura de un convento:
lo que cuenta es que el corazón arda de esa caridad
divina como la única que puede transformar en luz, fuego y nueva vida para todo
el Cuerpo Místico, hasta los confines de la tierra, no sólo los sufrimientos
físicos y morales sino también la fatiga misma de las cosas de cada día. (Mensaje del Santo Padre para la Jornada
Misionera Mundial, año 1997)
Entre las formas de participar de la
misión universal de la Iglesia, el primer lugar corresponde a la cooperación
espiritual: oración, sacrificios, testimonio de vida cristiana. La oración debe
acompañar el camino de los misioneros, para que el anuncio de la Palabra
resulte eficaz por medio de la gracia divina. San Pablo, en sus Cartas, pide a
menudo a los fieles que recen por él, para que pueda anunciar el Evangelio con
confianza y franqueza. (Rmi 78)
Es necesario rezar por la vocaciones,
por los misioneros, por los hermanos a quienes se dirige la evangelización; es
necesario rezar también para que las naciones del mundo que gozan de un elevado
grado de civilización y de bienestar, abran su corazón a las inmensas
necesidades de las naciones menos privilegiadas y, de común acuerdo y en
conformidad con la orientación de fondo de la solidaridad universal, lleven a
cabo una inteligente programación y planificación de la ayuda, capaces de
combatir las graves discriminaciones, desigualdades e injusticias que constituyen
uno de los grandes escándalos de nuestro tiempo. (Mensaje del Santo Padre para la Jornada Misionera Mundial, año 1980)
A la oración es necesario unir el
sacrificio. El valor salvífico de todo sufrimiento, aceptado y ofrecido a Dios
con amor, deriva del sacrificio de Cristo, que llama a los miembros de su
Cuerpo místico a unirse a sus padecimientos y completarlos en la propia carne
(cfr Col 1, 24). El sacrificio del misionero debe ser compartido y sostenido
por el de todos los fieles. Por esto, se recomienda a quienes ejercen su
ministerio pastoral entre los enfermos, que los instruyan sobre el valor del
sufrimiento, animándoles a ofrecerlo a Dios por los misioneros. Con tal
ofrecimiento, los enfermos se hacen también misioneros, como lo subrayan
algunos movimientos surgidos entre ellos y para ellos. (Rmi 78)
Características de la Oración Misionera
“Para mí, la
oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada al cielo, un
grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba, como desde
dentro de la alegría”
(Santa Teresita del Niño Jesús)
(Santa Teresita del Niño Jesús)
Los rasgos característicos de la
oración misionera son los siguientes:
1.
Es Trinitaria: La oración
del misionero se dirige a la Trinidad. Si bien se realiza siempre “en el nombre
de Jesús”, y puede hacerlo acudiendo a la intercesión de grandes santos
misioneros (San Francisco Javier, Santa Teresita del Niño Jesús, etc.), se
dirige principalmente al Padre, fuente y origen de la misión de la Iglesia, a
Jesucristo, de cuya misión somos continuadores, y al Espíritu Santo,
protagonista de la misión.
2.
Es bendición, adoración y alabanza: A través de su oración totalmente desinteresada, el
misionero le da a Gloria a Dios no sólo por lo que ha hecho, sino por lo que El
es, reconociéndolo como único Dios y Señor, poniéndose dócilmente a su
disposición y bendiciendo su Nombre.
3.
Es acción de gracias: En su oración,
el misionero no se cansa de dar gracias a Dios por la vida recibida, por la
vida de hijos de Dios, por la Iglesia y la dicha de pertenecer a ella, por la
obra misionera, por la vocación misionera encomendada, por tantos hombres y
mujeres que entregan su vida a la proclamación del Evangelio, especialmente por
aquellos que lo hacen en tierras lejanas,
y por todos los dones y carismas recibidos.
4.
Es petición e intercesión: A través de la
oración, el misionero muestra conciencia de su relación con Dios, y como
criatura que se sabe dependiente de El, pide a Dios por sus necesidades y por
las del mundo entero. Pide por todos aquellos que aún no conocen a Jesucristo,
para que lleguen a conocerlo. Pide por la Iglesia y por su dilatación hasta los
confines de la tierra. Pide por los que, de una manera o de otra, trabajan
predicando el Evangelio, para que se mantengan fieles a su vocación misionera.
Pide para que surjan nuevas vocaciones misioneras así la obra misionera pueda
verse enriquecida con nuevos evangelizadores. El Padrenuestro es modelo de
oración de petición.
5.
Es Universal: El misionero
es el “hermano universal” que presenta a Dios su oración por los hombres y
mujeres de los cinco continentes que no conocen a Dios, por su conversión, por
los misioneros que trabajan activamente en todo el mundo y por aquellos a quien
Dios está llamando a ser misioneros. El Rosario Misionero es un claro ejemplo
de oración universal. Las intenciones misionales que el Papa propone para cada
mes, ayudan también a esta dimensión universal de la oración misionera.
6.
Es eclesial: A través de
la oración, el misionero se une a toda la Iglesia que ora. El misionero no ora aislado del mundo,
sino que lo hace en comunión con la Iglesia. Es por ello que no dice “Padre
mío”, sino “Padre Nuestro...”
7.
Está centrada en la Palabra de Dios: Es muy importante que el misionero adquiera el hábito
de leer la Palabra de Dios contenida en la Biblia, puesto que a través de ella,
es como Dios le hablará y le manifestará su voluntad. Para tal fin se incluye en este Manual, una
guía para realizar la Lectura Orante de la Palabra, bajo el título “Orando con
la Biblia”.
8.
Es confiada y esperanzada: El misionero sabe que su oración es escuchada y será
atendida, y por ello es vivida con una actitud de esperanza y confianza filial.
Tomado de: El Portal de los Misioneros
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