miércoles, 21 de enero de 2015

Oración para renovar los efectos de la Crismación en el Sacramento de la Confirmación





Padre Santo: Tú ungiste a tu Hijo Jesús con Espíritu Santo y con poder (Hechos 10.38) Tú nos ungiste a nosotros en el sacramento de la Confirmación y nos diste las arras del Espíritu. Te damos gracias. Renueva de nuevo en nosotros los efectos de aquella primera crismación sacramental.

Unge nuestras mentes con tu Espíritu de luz, de discernimiento y de sabiduría para conocer y realizar tus planes y tu santa voluntad. Que tu Santo Espíritu dirija nuestras mentes e inteligencias. Que tu Espíritu nos lleve a la verdad completa. Ungimos con tu Espíritu de entendimiento y de ciencia nuestras mentes para que comprendamos tu Santa Palabra, la vivamos y la propaguemos con tu fuego.

Unge de nuevo, Señor, nuestros corazones: sus heridas con el consuelo de tu Espíritu; sus turbaciones con la paz del Espíritu, sus rencores con tu perdón y tu misericordia, nuestras divisiones con el amor de tu Espíritu, que todo lo une y lo abraza; nuestro amor con tu Amor que todo lo santifica.

Unge, Señor, nuestras voluntades y sus decisiones libres, para que elijamos lo que a Ti te agrada y lo que es tu voluntad. Unge nuestra voluntad para que sepamos perdonarnos a nosotros mismos nuestros errores y pecados y demos nuestro perdón y tu perdón a los que nos molestaron u ofendieron. Unge con tu Espíritu nuestras voluntades libres y haznos fuertes para hacer el bien y la verdad. Cubre con tu unción nuestras decisiones de renunciar al pecado y de trabajar incansablemente por tu Reino.

Unge con el crisma de tu Espíritu nuestros recuerdos y nuestras memorias. Sana con tu unción los recuerdos dolorosos que las medicinas humanas no curan. Unge los recuerdos de violencias, de injusticias, de desamor, de fracasos y de desencantos. Unge nuestra imaginación con la imagen salvadora de Jesús y con la ternura maternal de María, para que nuestra memoria se llene de recuerdos y de imágenes positivas y de acción de gracias por tantos beneficios recibidos de tu mano.

Unge, Señor, nuestra afectividad herida y todas sus traumas y angustias con el óleo sanador de tu Santo Espíritu. Unge nuestras tristezas y temores con el gozo de tu Espíritu. Pon en nuestras tensiones, impaciencias y nerviosismos el descanso de tu Espíritu.. Pon en nuestras desesperanzas, en nuestras frustraciones y en los desprecios recibidos la unción del amor sanador de tu Espíritu. Pon el óleo de tu Espíritu en nuestras cruces y sufrimientos para que lo sanes y los santifiques.

Unge con Espíritu Santo nuestros subconscientes y las ocultas motivaciones y raíces de depresiones, angustias, tristezas, rechazos y faltas de perdón, para que nos ordenes interiormente y nos renueves.

Unge con el crisma de tu Espíritu no sólo nuestra frente, como en el día de la Confirmación, sino también todo nuestro cuerpo y sus sentidos interiores y exteriores para que nazca un hombre nuevo. Unge nuestros ojos con la luz de tu Espíritu Santo, para que no nos escandalicen y empecemos a ver todas las cosas con unos ojos nuevos hasta que seamos esos limpios de corazón que en todo ven a Dios. Unge nuestros oídos con tu Espíritu para que no nos engañen ni nos desvíen las voces del mundo, del demonio y de la carne y escuchemos las inspiraciones de tu Espíritu y distingamos tu voz.

Unge nuestras lenguas y nuestras palabras con tu Espíritu, para que no hablen en nosotros el orgullo ni la mentira, y empecemos a hablar palabras de amor, de verdad y de unidad. Unge nuestros labios para que oremos en lenguas nuevas agradables a tus oídos de Padre. Unge con tu crisma nuestras lenguas para que gustemos las cosas tuyas y hablemos palabras de Dios y no nuestras.

Unge, Señor, nuestras manos y nuestro tacto con tu Espíritu para que santifiquemos por la imposición de las manos a los tristes y a los enfermos, a los afligidos y a los pecadores. Santifica nuestro tacto con tu unción en medio de un mundo que magnifica la impureza y el erotismo. Unge nuestras manos con la unción de Cristo para que repartamos bendiciones y no maldiciones, sanaciones y paz. Unge nuestro olfato, espiritual y material, para que distingamos el buen olor de Cristo de los falsos perfumes de las flores del mal en un mundo contaminado.
Unge con el perfume carisimo de tu Espíritu toda nuestra persona y todo nuestro ser, como María ungió a Cristo, desde la cabeza (Mc. 14,3) hasta los pies (Juan 12,3) con una libra de nardo. Con la abundancia inacabable de tu Espíritu unge todo nuestro ser: cuerpo, alma y espíritu, acciones y operaciones, apostolado y oración, gozos y sufrimientos.

Unge todos nuestros ministerios, servicios y trabajos por tu Reino. Unge a nuestras parroquias y a nuestras diócesis, a nuestras familias y grupos de Vida cristiana y consagrada. Unge a todas tus Iglesias Cristianas para que sean una sola Iglesia en un solo Espíritu. Unge a nuestro mundo pecador con tu Santo Espíritu y haz un mundo nuevo. Ven, Espíritu Santo, úngenos, confírmanos, sánanos.

A Ti, Espíritu de amor, que nos unges con tu divinidad, junto con el Padre omnipotente y con el Hijo unigénito, acción de gracias, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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