Padre Santo: Tú ungiste a tu Hijo Jesús con
Espíritu Santo y con poder (Hechos 10.38) Tú nos ungiste a nosotros en el
sacramento de la Confirmación y nos diste las arras del Espíritu. Te damos
gracias. Renueva de nuevo en nosotros los efectos de aquella primera crismación
sacramental.
Unge nuestras mentes con tu Espíritu de luz,
de discernimiento y de sabiduría para conocer y realizar tus planes y tu santa
voluntad. Que tu Santo Espíritu dirija nuestras mentes e inteligencias. Que tu
Espíritu nos lleve a la verdad completa. Ungimos con tu Espíritu de
entendimiento y de ciencia nuestras mentes para que comprendamos tu Santa
Palabra, la vivamos y la propaguemos con tu fuego.
Unge de nuevo, Señor, nuestros corazones: sus
heridas con el consuelo de tu Espíritu; sus turbaciones con la paz del
Espíritu, sus rencores con tu perdón y tu misericordia, nuestras divisiones con
el amor de tu Espíritu, que todo lo une y lo abraza; nuestro amor con tu Amor
que todo lo santifica.
Unge, Señor, nuestras voluntades y sus
decisiones libres, para que elijamos lo que a Ti te agrada y lo que es tu
voluntad. Unge nuestra voluntad para que sepamos perdonarnos a nosotros mismos
nuestros errores y pecados y demos nuestro perdón y tu perdón a los que nos
molestaron u ofendieron. Unge con tu Espíritu nuestras voluntades libres y
haznos fuertes para hacer el bien y la verdad. Cubre con tu unción nuestras
decisiones de renunciar al pecado y de trabajar incansablemente por tu Reino.
Unge con el crisma de tu Espíritu nuestros
recuerdos y nuestras memorias. Sana con tu unción los recuerdos dolorosos que
las medicinas humanas no curan. Unge los recuerdos de violencias, de
injusticias, de desamor, de fracasos y de desencantos. Unge nuestra imaginación
con la imagen salvadora de Jesús y con la ternura maternal de María, para que
nuestra memoria se llene de recuerdos y de imágenes positivas y de acción de
gracias por tantos beneficios recibidos de tu mano.
Unge, Señor, nuestra afectividad herida y
todas sus traumas y angustias con el óleo sanador de tu Santo Espíritu. Unge
nuestras tristezas y temores con el gozo de tu Espíritu. Pon en nuestras
tensiones, impaciencias y nerviosismos el descanso de tu Espíritu.. Pon en
nuestras desesperanzas, en nuestras frustraciones y en los desprecios recibidos
la unción del amor sanador de tu Espíritu. Pon el óleo de tu Espíritu en
nuestras cruces y sufrimientos para que lo sanes y los santifiques.
Unge con Espíritu Santo nuestros
subconscientes y las ocultas motivaciones y raíces de depresiones, angustias,
tristezas, rechazos y faltas de perdón, para que nos ordenes interiormente y
nos renueves.
Unge con el crisma de tu Espíritu no sólo
nuestra frente, como en el día de la Confirmación, sino también todo nuestro
cuerpo y sus sentidos interiores y exteriores para que nazca un hombre nuevo.
Unge nuestros ojos con la luz de tu Espíritu Santo, para que no nos
escandalicen y empecemos a ver todas las cosas con unos ojos nuevos hasta que
seamos esos limpios de corazón que en todo ven a Dios. Unge nuestros oídos con
tu Espíritu para que no nos engañen ni nos desvíen las voces del mundo, del
demonio y de la carne y escuchemos las inspiraciones de tu Espíritu y
distingamos tu voz.
Unge nuestras lenguas y nuestras palabras con
tu Espíritu, para que no hablen en nosotros el orgullo ni la mentira, y
empecemos a hablar palabras de amor, de verdad y de unidad. Unge nuestros
labios para que oremos en lenguas nuevas agradables a tus oídos de Padre. Unge
con tu crisma nuestras lenguas para que gustemos las cosas tuyas y hablemos
palabras de Dios y no nuestras.
Unge, Señor, nuestras manos y nuestro tacto
con tu Espíritu para que santifiquemos por la imposición de las manos a los
tristes y a los enfermos, a los afligidos y a los pecadores. Santifica nuestro
tacto con tu unción en medio de un mundo que magnifica la impureza y el
erotismo. Unge nuestras manos con la unción de Cristo para que repartamos
bendiciones y no maldiciones, sanaciones y paz. Unge nuestro olfato, espiritual
y material, para que distingamos el buen olor de Cristo de los falsos perfumes
de las flores del mal en un mundo contaminado.
Unge con el perfume carisimo de tu Espíritu
toda nuestra persona y todo nuestro ser, como María ungió a Cristo, desde la
cabeza (Mc. 14,3) hasta los pies (Juan 12,3) con una libra de nardo. Con la
abundancia inacabable de tu Espíritu unge todo nuestro ser: cuerpo, alma y
espíritu, acciones y operaciones, apostolado y oración, gozos y sufrimientos.
Unge todos nuestros ministerios, servicios y
trabajos por tu Reino. Unge a nuestras parroquias y a nuestras diócesis, a
nuestras familias y grupos de Vida cristiana y consagrada. Unge a todas tus
Iglesias Cristianas para que sean una sola Iglesia en un solo Espíritu. Unge a
nuestro mundo pecador con tu Santo Espíritu y haz un mundo nuevo. Ven, Espíritu
Santo, úngenos, confírmanos, sánanos.
A Ti, Espíritu de amor, que nos unges con tu
divinidad, junto con el Padre omnipotente y con el Hijo unigénito, acción de
gracias, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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