Nuestros cientos o miles de contactos nos hacen descuidar a
amigos y parientes. "Secuestrados
por contactos inútiles, por personas que no nos interesan, por constantes
whatsapp, e-mails y mensajes de todo tipo y estilo, estamos descuidando nuestras
verdaderas relaciones".
Así comienza
el libro: "Más
amistades y menos likes";
de Ramón-Cortés
(Conecta), colaborador académico en ESADE y director del Institut 5 Fars
(www.5fars.com) sobre habilidades relacionales y comunicativas. Igual que se
extiende la conciencia en Occidente de que hay que tener menos cosas en casa, y
menos ocupaciones, y tender a más simplicidad, lo mismo empieza a pasar con las
relaciones.
¿Qué da la felicidad?
Las relaciones de buena calidad
Ramon-Cortés recuerda que el factor más importante a la hora
de explicar por qué unas personas son más felices que otras (según "el
mayor estudio sobre felicidad realizado en el mundo por la Universidad de
Harvard") es uno: la calidad de sus relaciones.
Siempre se ha alabado tanto la amistad profunda como el
mantener muchas relaciones cordiales y contactos con mucha gente. El Libro de
Proverbios, en la Biblia, recoge muchos sobre el valor de los amigos. Pero
nuestra época con iPhone y redes sociales es distinta: "Nunca hasta ahora
nos habíamos relacionado con tanta gente. Nunca habíamos tenido los medios para
mantener el contacto con tantas personas, estén donde estén. Nunca alguien nos
podía encontrar –y contactar- con tanta facilidad. Y esto hace que en muchos
momentos estemos dedicando nuestro tiempo y energía a las personas
equivocadas".
Los meros contactos nos distraen de las verdaderas
amistades:
Perdemos tiempo acudiendo a cenas, reuniones o
asociaciones... que en realidad no nos nutren ni ayudan ni hacen felices,
simplemente porque les resultó fácil contactar con nosotros. Y perdemos horas
en las redes sin tener relaciones significativas de verdad. "Cancelamos
encuentros, o bien ni los organizamos, por puro cansancio". Las relaciones
poco significativas, incluso molestas, nos dificultan atender a las relaciones
valiosas, la que nos harían crecer y mejorar.
"Es el momento de tomar el control sobre nuestras
relaciones. De ordenarlas. De decidir cuáles queremos y de cuáles nos
deshacemos, y de pensar qué hacemos para cuidar y reforzar las que realmente
queremos", explica el autor.
Ramón Cortés
insiste en diferenciar entre lo que son solo "contactos" (aunque sean
corteses, agradables...) y lo que son "relaciones", es decir,
personas relevantes e importantes en nuestra vida. "Los contactos van y
vienen, mientras que las relaciones tienen que construirse: o las cuidas o mueren. Cuando dedicamos
demasiado tiempo a los contactos y demasiado poco a las relaciones, comenzamos
a tener un problema", advierte. El caso es que siempre tendemos a cancelar
los encuentros con amigos, parientes, hijos y cónyuge (que son verdaderas
relaciones) para atender las "reuniones urgentes" o "por
sorpresa" de contactos laborales, que en realidad no son tan importantes.
Los que invitas: a tu cocina, a tu comedor, a un restaurante. Ramón-Cortés
establece una regla "no científica pero que funciona": aquellas
personas que invitamos a nuestra cocina, a charlar, pierden su nivel de
relación si no lo hacemos cada dos semanas. A los que invitamos a cenar en
casa, cada dos meses. A los que quedamos en un restaurante, cada 2 años. Al
menos, hay que dar señales de vida en este tiempo. Y planificar encuentros: las
relaciones requieren una atención consciente, y eso implica dedicarles tiempo.
El libro da varias ideas para lograr fortalecer relaciones y
optimizar el tiempo. Finaliza con 5 reglas básicas:
1- Agradecer
Nos es más fácil criticar que dar gracias y alabar las cosas
buenas de los demás. Sin caer en la adulación, es bueno, al quedar con nuestras
relaciones, alabar y agradecer sus dones y las cosas que hacen bien y que nos
gustan. Pide "un agradecimiento auténtico, que le llegue", más allá
de la palmadita en la espalda. Además, el agradecimiento sincero y frecuente en
las cosas buenas hará que seamos creíbles cuando, en un caso serio, expresemos
una crítica razonada.
2- Adelantarse
"Si me importas, pienso en ti. Y si pienso en ti, se me
ocurren cosas que pueden ayudarte. Antes de que me las pidas". Adelantarse
es proponer hacer algo juntos, llamar antes que el otro, interesarse por el
problema del otro antes de que me lo cuente, presentarse en su casa si intuyo
desánimo..." Muchas veces se nos ocurren cosas para hacer, adelantándonos,
pero por pereza o falta de disciplina, las dejamos sin hacer. Hay que
organizarse y actuar.
3- Abordar los cafés pendientes
"Un café pendiente es una conversación que no hemos
tenido pero que está ahí, muy presente. Por algo que ha ocurrido que nos ha
sentado mal, o por algo positivo que no hemos agradecido aún". Cada vez
que vemos o recordamos a esa persona, pensamos: "Deberíamos quedar, tenemos
ese café pendiente..." No se esfuma de la cabeza, aunque pasen años y
años. Y requiere café porque "ha de ser una conversación sosegada,
tranquila, en la que podamos compartir los sentimientos. Expresando lo que he
sentido, en primera persona, sin acusaciones". Pero el café pendiente es
sólo con las personas que realmente me importan, relaciones valiosas. "No
vale la pena matarse a cafeína con personas que ni nos comprenderán ni con las
que no hay nada que podamos regenerar, porque la relación no se aguanta por ningún
lado".
4- Estar presentes en la adversidad
El libro de Proverbios ya lo dice en la Biblia: "En
todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de adversidad".
En los momentos duros reconforta realmente verse acompañado de personas, y más
de amigos. En nuestra época, ante los momentos de adversidad de los amigos,
"nos invade la pereza de estar, porque no sabemos cómo estar". En
realidad, lo importante es estar allí, no hablar ni comparar entre
adversidades.
5- Las 3 frases mágicas: hay que decirlas mucho:
Ramón-Cortés, igual que el Papa Francisco, insiste en que
hay que repetir una y otra vez estas palabras que refuerzan las relaciones:
"Gracias", "Lo siento" y "No pasa nada".
(El Papa Francisco habla de "gracias",
"perdón" y "¿me permites?" o "por favor").
En nuestra época nos cuesta llamar por teléfono o quedar con
alguien para dar las gracias, lo aplazamos y se convierte en "café
pendiente". También nos cuesta pedir perdón sin acompañarlo de un
"pero es que..." Y el "no pasa nada" es importante para
superar el rencor. No hace falta siempre decírsela al otro: a menudo basta con
que nos la digamos a nosotros mismos. En realidad, es un perdonar.
"Podemos, y tenemos, que utilizarlas a diario", insiste el autor. Más
amistades y menos likes (Conecta), de Ferran Ramon-Cortes vale 16.9 euros, es un libro de
lectura utilísima que puede ayudar a muchos a organizar mejor sus relaciones
interpersonales.
Fuente: Religión en Libertad
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