Quiero subir y bajar, Señor, contigo
y contemplar, cara a cara,
el Misterio de Dios que estando escondido,
habla, se manifiesta y te señala como Señor.
Quiero subir y bajar:
Ascender para contemplar tu gloria
bajar para dar testimonio de ella
en la vida de cada día,
en los hombres que nunca se encaminaron
a la cima de la fe, al monte de la esperanza,
a la montaña donde, Dios, siempre habla
nunca defrauda y siempre dice que nos ama.
Quiero subir y bajar, Señor;
que no me quede en el sentimentalismo vacío,
que no quede crucificado por una fe cómoda,
que no huya de la cruz de cada día.
Que entienda, Señor, que para bajar
es necesario, como Tú, subir primero:
a la presencia de Dios, para vivirlo
ante la voz de Dios, para escucharlo
ante la fuerza de lo alto,
para que la vida brille luego
con el fulgor y el resplandor de la fe.
Quiero subir, Señor, al monte Tabor
y contemplar cara a cara,
ese prodigio de tu brillante divinidad
sin olvidar que, como nosotros,
también eres humano.
Muéstranos, Señor, tu rostro
y, que para bajar al llano de cada día,
no olvidemos nunca el buscar y
anhelar
los signos de tu presencia.
Amén.
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