En el año 1608, época calamitosa para la Iglesia de Francia, sometida a los ataques de los calvinistas que, en ocasiones, llegaban a profanar la persona misma del Señor, presente en la Eucaristía, misterio que odiaban especialmente los herejes seguidores de Calvino.
Faverney se localiza
a 20 kilómetros de Vesoul. La Abadía donde se encuentra la Iglesia en que sucedió el milagro fue fundada por San Gude en el siglo VIII y pertenecía a la
Orden eclesiástica de San Benedicto. La Iglesia se puso bajo la protección de
Nuestra Señora de La Blanche (La Blanca), representada por una pequeña imagen
puesta a la derecha del Altar Principal, en la Capilla del Coro. Desde su
fundación, la Abadía estaba a los cuidados de las monjas, pero empezando el año
de 1132, los monjes las sustituyeron.
En 1600 la vida
religiosa de las personas no era tan fervorosa como debía ser. Lo difícil
aparecimiento de vocaciones revelaba la falta de incentivo espiritual en la
comunidad laica. Por otro lado, sólo vivían en la Abadía seis monjes y dos
novicios. Para mantener encendida la fe de las personas, debilitada por la
terrible influencia protestante, los monjes intentaban realizar todas las
ceremonias tradicionales y siempre revestidas con la más grande solemnidad,
además de frecuentemente hacer la oración de la “Vía Sacra” (El Camino de la
Cruz), la oración de la Tercia, o Rosario, y la adoración del Santísimo
Sacramento.
Para la celebración
de la Fiesta de Pentecostés en 1608, ellos prepararon un magnífico Altar de
madera cerca de la Porta de entrada del Coro, toda adornada con bonitas y
aromatizadas flores. La ceremonia religiosa en lo domingo de Pentecostés fue
bonita y participada por un gran número de fieles que llenaron el templo.
A las veinte y una
horas de la noche, los monjes cerraron las puertas de la Iglesia y fueron
reposar, dejando dos lámparas con aceite para iluminarse el Santísimo
Sacramento que quedó expuesto en el Altar en un Ostensorio.
El día siguiente,
lunes el 26 de mayo, cuando el sacristán Don Garnier abrió las puertas de la
Iglesia, observó mucho humo y llamas en cantidad que se levantaban por todas
las partes del Altar. Con prisa fue informar a los Monjes que inmediatamente se
unieron a los laicos y con mucho celo y perseverancia tentaron salvar la
Iglesia, porque las llamas devoraban violentamente el Altar y amenazaban a
consumir el templo.
Uno de los novicios
llamado Hudelot, notó que el Ostensorio donde estaba el Santísimo Sacramento en
el Altar, se elevó y quedó suspenso en el aire y las llamas no lo tocaban,
ellas se inclinaban como si estuvieran haciendo una reverencia.
¡Estaba pasando un
notable Milagro! Las personas que estaban en la Iglesia ayudando apagar el
fuego, al ver el fenómeno quedaran impresionadas y luego, difundieron
rápidamente la noticia. Los habitantes del lugar y también las personas que
residían en las proximidades, gente de todas las edades, de pronto vinieron a
la Iglesia para ver lo que estaba se pasando. Los Frailes Capuchinos de Vesoul
también con prisa vinieron observar y testificar el fenómeno.
Aunque los monjes con
la ayuda de las personas consiguieron apagar el fuego que quería consumir la
Iglesia, el Milagro no cesó, el Ostensorio con JESÚS SACRAMENTADO continuaba
flotando en el espacio. Las personas que llegaban se arrodillaban en
demostración de respeto, de miedo y en señal de adoración, delante del
Ostensorio con el Santísimo suspendido en el aire. De la misma manera, varios
escépticos del lugar, sabiendo del evento también se acercaron en silencio para
examinar el milagro que se pasaba.
A lo largo del día y
durante la noche, los monjes no establecieron ninguna restricción, y los
espectadores pudieron visitar la Iglesia libremente y dar testimonio del
notable fenómeno.
Por la mañana del
martes, el 27 de mayo, el Milagro continuaba. Sacerdotes de los barrios
circundantes vinieron y también de otras ciudades y celebraron la Santa Misa en
un Altar improvisado, en horarios seguidos, mientras el Ostensorio se mantenía
suspendido en el aire.
En la Santa Misa que
fue realizada a las 10 horas de la mañana, por el Sacerdote Nicolás Aubry, de
la Parroquia de Menoux, en el momento de la Consagración las personas dieron
testimonio de que el Ostensorio cambió de su posición y bajó suavemente en el
Altar improvisado. Bajo la mirada conmovida de todas las personas, NUESTRO
SEÑOR cerró en aquello momento el admirable Milagro Eucarístico.
Investigación:
El 31 de mayo, fue
hecha una investigación pedida por el Señor Arzobispo Ferdinand de Rye. Fueran recogidos
cincuenta cuatro testimonios de monjes, sacerdotes, autoridades, hombres y
mujeres del pueblo. Después de estudiar los testimonios y los relatos
coleccionados durante la investigación, el Señor Arzobispo decidió afirmar el
30 de julio de 1608, que había pasado un notable Milagro Eucarístico.
Hoy, examinando
detalles de la notable ocurrencia, nosotros observamos:
El Altar era de
madera y casi se redujo completamente las cenizas, salvo los pies.
Fue totalmente
quemado la toalla de lino y el Corporal que estaban en la Mesa de
Celebraciones, así como uno de los lustres que decoraba el Altar, ello se
encontró fundido por el calor del fuego.
Uno de los novicios
llamado Hudelot, notó que el Ostensorio donde estaba el Santísimo Sacramento en
el Altar, se elevó y quedó suspenso en el aire y las llamas no lo tocaban,
ellas se inclinaban como si estuvieran haciendo una reverencia.
¡Estaba pasando un
notable Milagro! Las personas que estaban en la Iglesia ayudando apagar el
fuego, al ver el fenómeno quedaran impresionadas y luego, difundieron
rápidamente la noticia. Los habitantes del lugar y también las personas que
residían en las proximidades, gente de todas las edades, de pronto vinieron a
la Iglesia para ver lo que estaba se pasando. Los Frailes Capuchinos de Vesoul
también con prisa vinieron observar y testificar el fenómeno.
Aunque los monjes con
la ayuda de las personas consiguieron apagar el fuego que quería consumir la
Iglesia, el Milagro no cesó, el Ostensorio con JESÚS SACRAMENTADO continuaba
flotando en el espacio. Las personas que llegaban se arrodillaban en
demostración de respeto, de miedo y en señal de adoración, delante del
Ostensorio con el Santísimo suspendido en el aire. De la misma manera, varios
escépticos del lugar, sabiendo del evento también se acercaron en silencio para
examinar el milagro que se pasaba.
A lo largo del día y
durante la noche, los monjes no establecieron ninguna restricción, y los
espectadores pudieron visitar la Iglesia libremente y dar testimonio del
notable fenómeno.
Por la mañana del
martes, el 27 de mayo, el Milagro continuaba. Sacerdotes de los barrios
circundantes vinieron y también de otras ciudades y celebraron la Santa Misa en
un Altar improvisado, en horarios seguidos, mientras el Ostensorio se mantenía
suspendido en el aire.
En la Santa Misa que
fue realizada a las 10 horas de la mañana, por el Sacerdote Nicolás Aubry, de
la Parroquia de Menoux, en el momento de la Consagración las personas dieron
testimonio de que el Ostensorio cambió de su posición y bajó suavemente en el
Altar improvisado. Bajo la mirada conmovida de todas las personas, NUESTRO
SEÑOR cerró en aquello momento el admirable Milagro Eucarístico.
Investigación:
El 31 de mayo, fue
hecha una investigación pedida por el Señor Arzobispo Ferdinand de Rye. Fueran recogidos
cincuenta cuatro testimonios de monjes, sacerdotes, autoridades, hombres y
mujeres del pueblo. Después de estudiar los testimonios y los relatos
coleccionados durante la investigación, el Señor Arzobispo decidió afirmar el
30 de julio de 1608, que había pasado un notable Milagro Eucarístico.
Hoy, examinando
detalles de la notable ocurrencia, nosotros observamos:
El Altar era de
madera y casi se redujo completamente las cenizas, salvo los pies.
Fue totalmente
quemado la toalla de lino y el Corporal que estaban en la Mesa de
Celebraciones, así como uno de los lustres que decoraba el Altar, ello se
encontró fundido por el calor del fuego.
El Ostensorio con
JESÚS Sacramentado estaba perfecto, misteriosamente se conservó sin ningún
daño.
Las dos Hostias
Consagradas que se encontraban dentro de él, quedaron intactas.
También fueron
salvados y se quedaron sin cualquier daño, cuatro preciosidades que estaban
dentro de un tubo cristalino fijado al Ostensorio:
– una reliquia de
Santa Ágata;
– un pedazo de seda
pequeño que protegió la reliquia;
– una proclamación de
indulgencias por el Santo Padre, el Papa;
– y una carta
episcopal en que la cera de la estampa fundió y corrió encima del pergamino,
sin alterar el texto.
Las 54 personas,
sacerdotes de otras Órdenes Religiosas que vinieron dar testimonio del evento
sobrenatural y dieron declaraciones bajo juramento, testificaron e incluso
firmaron un documento que aún es conservado.
Considerando que la
Iglesia poseía suelo de madera, los testigos también dijeron que la suspensión
del Ostensorio no fue afectado por las vibraciones de las personas que se
movían al derredor para mejor observar el Milagro. Ni tampoco, por las personas
que constantemente entraban y salían del templo, así como la actividad de los
monjes en la remoción de inmediato del material quemado por el fuego y la
instalación de un altar provisorio.
Después fue puesta
una piedra jaspeada para marcar el lugar del Milagro. En ella existen las
palabras “Lieu du Miracle” (Lugar del Milagro).
En diciembre de 1608,
una de las dos Hostias que estaban en Ostensorio en la hora de la suspensión
milagrosa, se transfirió solemnemente para la ciudad de Dole, que era la
capital del distrito municipal.
Durante la Revolución
francesa infelizmente el Ostensorio del Milagro fue destruido, pero la Hostia
Consagrada fue conservada de cualquier daño por miembros del consejo municipal
de Faverney que la mantuvo escondida hasta pasar el peligro. Entonces, hicieron
otro magnífico Ostensorio, donde fue colocada la Hostia del Milagro. Dentro de
este nuevo Ostensorio la Hostia Sagrada se encuentra en perfecto estado de
conservación y disponible a la adoración de los fieles en la Iglesia de Nuestra
Señora de La Blanche (La Blanca), en Faverney.
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