Por la señal de la
santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro, amén.
Pésame, Dios mío,
y me arrepiento de
todo corazón de haberos ofendido.
Pésame por el
Infierno que merecí y por el Cielo que perdí;
pero mucho más me
pesa,
porque pecando ofendí
a un Dios tan bueno y tan grande como Vos.
Antes querría haber
muerto que haberos ofendido,
y propongo firmemente
no pecar más,
y evitar todas las
ocasiones próximas de pecado.
Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA (Para todos los días)
Oh Nuestra Señora de Fátima, en
mi pobreza, en mi destierro, en mis sinsabores, te contemplo como arco iris de
esperanza, de paz y de protección. Sé mi consuelo en la lucha y en
los peligros; mi luz en la oscuridad; mi escudo en las batallas contra las pasiones,
el mundo y el demonio. Sálvame y salva a todos los pecadores. Amén.
DÍA PRIMERO
El Ángel de la Paz se aparece a
los tres pastorcitos, se postra de rodillas y pegando la frente al suelo les
enseña a orar repitiendo tres veces: “Oh, Dios mío, yo creo, adoro, espero y os
amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan ni os aman”.
Les asegura que si oran “con humildad, confianza y amor reparador, los
Corazones de Jesús y María escucharán sus plegarias”. Desde hoy empiezo a
imitar al Ángel y a los tres pastorcitos. Ayúdame, Madre mía.
SÚPLICA FINAL (para todos los días)
Oh dulcísima Reina del mundo.
Madre de Dios y nuestra, que al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños
pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los Mandatos divinos, el
rezo cotidiano del rosario, la reparación y la consagración a su Inmaculado
Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial
anhelo de contemplarte, acudo a prometerte la leal correspondencia a tus
deseos, y a implorar que protejas al Papa, a los obispos y a los sacerdotes, a
los religiosos y demás fieles cristianos.
Orienta, bondadosa Reina de la Paz, a
los gobernantes, convierte a los pecadores y paganos, consuela a los afligidos
y perseguidos. Cura, oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos,
asiste a los agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio. Te ruego, en fin,
oh Blanca y Peregrina Señora del Rosario de Fátima, por todas mis necesidades… (pida cada
uno la gracia que desee alcanzar). Yo, confiado en tu omnipotencia suplicante,
me abandono en tus amorosos brazos. Recíbeme, como hijo, en tu maternal regazo,
y no me desampares en la vida ni en la muerte.
Así sea.
¡Nuestra Señora de Fátima, Salud
de los enfermos; ruega por nosotros!
¡Oh dulce Corazón de María, sé la
salvación del alma mía!
DÍA SEGUNDO
La segunda vez el Ángel de
Portugal (de la patria) se aparece a los tres niños notificándoles que los
Corazones de Jesús y María tenían designios de misericordia sobre ellos.
“Ofreced, les dice, oraciones y sacrificios en reparación de los pecados y para
obtener la conversión de los pecadores. Aceptad con resignación los
padecimientos. Así vendrá la paz”. Quiero seguir ese consejo. Ayúdame, oh Madre
mía, a ser alma orante y reparadora. (Súplica Final, etc.).
DÍA TERCERO
La tercera vez es el Ángel de la
Eucaristía. Trae en sus manos un cáliz y una hostia. Dejándolos suspensos en el
aire, se arrodilla suplicando así: “Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, os adoro profundamente, y os ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el
Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presentes en todos los
tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes que se infieren. Por los
méritos infinitos de su Sagrado Corazón y por la intercesión del Corazón
Inmaculado de María os pedimos la conversión de los pecadores”. Les da la
Comunión. Y se sienten fortalecidos. Así quiero adorar, suplicar y comulgar a
menudo. (Súplica final, etc.).
DÍA CUARTO
Se les aparece por primera vez la
Santísima Virgen. Les dice que viene del Cielo; que no teman, y que les va a
hacer bien. Quiere que la visiten los días 13 de cada mes. Les pregunta si
están dispuestos a sufrir en reparación por las blasfemias e injurias a su
Inmaculado Corazón. Contestan los niños que quieren padecer por todas esas
intenciones y rezar todos los días el rosario para obtener la paz. Oh, Madre
mía, yo quiero ser tu hijo fiel. Hago propósito de obedecerte a imitación de
los tres pastorcitos. Ayúdame. (Súplica final, etc.)
DÍA QUINTO
La Santísima Virgen confía a los
niños un secreto para bien de ellos, pero no para enriquecerse. Les dice que su
Hijo Jesús quiere servirse de Lucía para dar a conocer y amar la devoción a su
Inmaculado Corazón rodeado de punzantes espinas, que simbolizaban los agravios
de los hombres. Quiero, oh Madre mía, consolarte y desagraviarte. Inspírame.
(Súplica final, etc.).
DÍA SEXTO
En la tercera aparición, la
Santísima Virgen les enseña que al ofrecer los sacrificios deben decir así:
“Oh, Jesús, lo hago por tu amor, por la conversión de los pecadores y en
reparación de las injurias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María”. Al
retirarse les muestra el infierno. Un mar de fuego. En él negros demonios. Los
pecadores eran devorados por las llamas entre gritos y lamentos. La vista de la
Blanca Señora les conforta. Les asegura que al fin triunfará su Inmaculado
Corazón. Me consagro a Ti y me comprometo a la Comunión Reparadora de los
Primeros Sábados. Dame perseverancia. (Súplica final, etc.).
DÍA SÉPTIMO
Después de la visión del infierno
tomaron más en serio la vida. Jacinta pensaba en la eterna condenación de los
que morían sin confesarse. Francisco se acordaba de Jesús Sacramentado,
olvidado, ofendido y muy triste. Lucía añoraba el cielo. Los tres
intensificaron oraciones, ayunos y toda clase de mortificaciones. Repiten sin
cesar la jaculatoria que la misma Blanca Señora les enseñara: “Oh, Jesús mío,
perdónanos nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, y lleva al
cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu
misericordia”. Así quiero vivir, pensar y orar yo también. (Súplica final,
etc.).
DÍA OCTAVO
Los pastorcitos fueron
perseguidos y encarcelados. En la prisión hacen de misioneritos enseñando a los
delincuentes a rezar el rosario. Dan ejemplo de resignación. No se apropian las
limosnas de los peregrinos. Son para pagar los gastos de la fiesta y para
construir la capilla. Muchos van al infierno porque no tienen quien se
sacrifique y ruegue por ellos. Como los niños voy a perseverar rezando el
rosario todos los días con esas intenciones. Para curar el cuerpo, antes hay
que limpiar el alma de pecado. Quiero con tu gracia, Madre Mía, llevar a la
práctica esos consejos. (Súplica final, etc.).
DÍA NOVENO
En la sexta aparición se
manifiesta abiertamente: “Soy, dice, la Virgen del Rosario y vengo a exhortar a
los fieles que abracen una vida cristiana”. Quiere una capilla en su honor, que
se persevere en el rezo cotidiano del rosario. Así se obtendrá la paz. Les dice
que el Señor está demasiado ofendido. Prueba la verdad de sus apariciones con
el milagro del sol danzando por los espacios. Asombró a los 70 mil peregrinos
que contemplaron el espectáculo. Oh, Nuestra Señora de Fátima, quiero vivir tu
Mensaje Celestial y además practicarlo para merecer tu protección y lograr la
ansiada paz mundial. (Súplica final, etc.).
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