(Dictada a María
Valtorta)
22 de junio de
1943
Dice Jesús:
“Uno de los
secretos para alcanzar la santidad es éste: no desviar nunca la mente de un
pensamiento que debe regir toda la vida: Dios. El pensamiento de Dios debe ser como
la nota sobre la cual todo el canto del alma se entona.
¿Has visto cómo
hacen los artistas? Se mueven, van, vienen, parece que no miren abajo del
escenario. Pero, en realidad, no pierden nunca de vista al maestro de música
que les marca el tiempo. También el alma, para no equivocarse y para no
distraerse –lo que le haría equivocarse– debe tener el ojo del alma siempre
fijo en Dios. Hablar, trabajar, caminar, pero el ojo mental no debe perder de
vista a Dios.
Segundo punto para
alcanzar la santidad: no perder nunca la fe en el Señor. Cualquier cosa que
suceda, creer que sucede por bondad de Dios. Si es algo penoso, incluso malo, y
por ello querido por fuerzas extrañas a Dios, pensar que Dios lo permite por
bondad.
Las almas que
saben ver a Dios en cualquier lugar, saben también cambiar todas las cosas en
moneda eterna. Las cosas malas son monedas fuera de curso. Pero si las sabéis
tratar como se debe, éstas se hacen legales y os adquieren el Reino eterno.
Está en vosotros
hacer bueno lo que no es bueno; hacer de las pruebas, tentaciones, desgracias
–que arruinan completamente a las almas ya derrumbantes puntales y fundamentos
para edificar el templo que no muere. El templo de Dios en vosotros en el
presente, el templo de la bienaventuranza en el futuro, en mi Reino”.
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