Oh María, mi tierna Madre, te consagro todo este día;
protégeme y consérvame fiel a mi vida de amor y de sacrificio.
Oh Señora mía, Santa María, me
entrego a tu bendita confianza y singular custodia; y mi cuerpo y alma, los
encomiendo al seno de tu misericordia, hoy y todos los días y en la hora de mi
muerte.
Te encomiendo toda mi esperanza y
consuelo, todas mis angustias y miserias, toda mi vida y el fin de mi
existencia, para que tu santísima intercesión y por tus méritos, todas mis
obras se dirijan y dispongan según tu voluntad y la de tu divino Hijo.
Amén.
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