A nuestro Santísimo Padre,
Envuélvelo
en tu gracia, Señor.
A los Cardenales y Delegados,
Envíales
tu luz, Señor.
A los Sacerdotes Párrocos,
Dales
acierto, Señor.
A los Vicarios y Colaboradores,
Guíalos,
Señor.
A los Sacerdotes Misioneros,
Protégelos,
Señor.
A los Sacerdotes predicadores,
Ilumínalos,
Señor.
A los Sacerdotes Directores de
almas,
Instrúyelos,
Señor.
A los Sacerdotes Religiosos,
Hazlos
perfectos, Señor.
A los Sacerdotes de Seminarios,
Dales
tu ciencia, Señor.
A los Sacerdotes en peligro,
Líbralos,
Señor.
A los Sacerdotes tentados,
Dales
el triunfo, Señor.
A los Sacerdotes en pecado,
Dales
tu gracia, Señor.
A los Sacerdotes celosos,
Ayúdales,
Señor.
A los Sacerdotes pobres,
Socórrelos,
Señor.
A los Sacerdotes débiles,
Fortalécelos,
Señor.
A los Sacerdotes turbados,
Dales
la paz, Señor.
A los Sacerdotes aislados,
Acompáñalos,
Señor.
A los Sacerdotes atados a las cosas
de la tierra,
Rompe
sus cadenas, Señor.
A los Sacerdotes enfermos,
Sánalos,
Señor.
A los Sacerdotes ancianos,
Sostenlos,
Señor.
A los Sacerdotes difuntos,
Dales
la gloria, Señor.
De toda la Iglesia militante y
purgante,
Apiádate,
Señor.
Oración
¡Oh Jesús, Sacerdote eterno! Guarda
a tus Sacerdotes bajo la protección de tu Sagrado Corazón, donde nada pueda
mancillarlos; guarda inmaculadas sus manos ungidas que tocan cada día tu
Sagrado Cuerpo; guarda inmaculados sus labios diariamente teñidos con tu
preciosa Sangre; guarda puros y despejados de todo afecto terrenal sus
corazones, que Tú has sellado con la sublime marca del sacerdocio.
Que tu santo amor los rodee y los
preserve del contagio del mundo. Bendice sus tareas apostólicas con abundantes
frutos y haz que las almas confiadas a su celo y dirección sean su alegría en
la tierra, y su hermosa e inmarcesible corona en el cielo. Amén.
(Recítese ante el Santísimo expuesto
o ante el Sagrario, para que el Señor dé a su Iglesia abundantes Sacerdotes
Santos).
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