El primer requerimiento de la
oración es el silencio. Las personas de oración son personas de silencio.
La oración no es pedir. La oración es ponerse uno mismo en las manos de Dios, a disposición suya, y escuchar Su voz en la profundidad de nuestros corazones.
Hay mucha gente que, para no orar,
utilizan la excusa de que la vida es tan agitada que las aparta de la oración.
Esto no puede ser. La oración no necesita que interrumpamos nuestro trabajo
sino que continuemos trabajando como si fuera una oración.
No es necesario estar siempre
meditando, ni conscientemente experimentar la sensación de que estamos hablando
con Dios, no importa cuán bello esto pueda ser. Lo que importa es estar con Él,
vivir con Él, en Su voluntad. Amar con un corazón puro, amar a todos,
especialmente amar al pobre, es oración de 24 horas al día.
La oración hace más grande a tu corazón, hasta que es capaz de contener el don de Dios mismo.
De la Madre Teresa de Calcuta: “Con mis propias palabras”.
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