El padre, la
madre con hijos y sin trabajo.
La ancianita aquella, sin que nadie vea por
ella.
La Sra. Que viene
a lavar y planchar, y aún así no logra sacar lo suficiente para sus alimentar,
vestir y educar a sus criaturas.
La indígena que
pasa tres o cuatro días tejiendo una cesta, cuyo precio tan bajo todavía
regateamos.
El trabajador al
que se le roba con astucia hasta el salario mínimo.
La jovencita aquella
que va a tener un niño, y no tiene donde tenerlo ni con qué vestirlo.
La familia que están
a punto de lanzar a la calle porque no tiene desde hace meses para la renta.
Aquel conocido
que no puede ni alquilar un cuarto, porque nadie se presta para ser su fiador.
El chico de la
vecina que no tiene que ponerse para ir a la escuela.
La persona que
no le ha quedado otra salida que vender algo de puerta en puerta.
Los indígenas,
enfermos, y otras personas, para quienes con frecuencia se solicitan alimentos o
medicinas.
En fin, esos
pobres que cada uno de nosotros conocemos, aún dentro de nuestra propia
familia, vecindario o pueblo….
TODOS ELLOS SON
UN CAMINO (EN RELAIDAD UNA SUPER CARRETERA) PARA IR AL CIELO.
Cristo dice:
“DÁ EL DINERO A LOS POBRES Y ASÍ TENDRÁS UN TESORO EN
EL CIELO.”
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