lunes, 22 de mayo de 2017

Oración a Jesús Solitario en el Santísimo Sacramento


Para decir antes de acostarse:

¡Oh Divino Jesús, que durante la noche estáis solitario en tantos tabernáculos del mundo, sin que ninguna de vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros!

Yo os ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.

¡Oh Jesús amantísimo, Oh Jesús solitario! Haced mi corazón cual lámpara encendida, en caridad se inflame y arda siempre en vuestro amor. ¡Vela oh Centinela Divino! Vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos, cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu consuelo; por los moribundos, y por este tu humilde siervo, que para mejor servirte descansa, pero sin alejarse de Tí, de tu Sagrario, donde vives en la soledad y el silencio de la noche.


Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado, el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo. 
Amén.

Carta a una hija espiritual de San Pío de Pietrelcina



Que te haga la guerra Satanás, bien directamente con sus malignas sugerencias, bien indirectamente por medio del mundo y de nuestra naturaleza corrompida; que haga mucho ruido ese infeliz apóstata; que te amenace, incluso, con tragarte: ¡No importa! Él nada podrá contra tu alma, porque Jesús ya la tiene estrechada a sí, y la sostiene calladamente con su gracia siempre vigilante. Tranquilízate, hija querida de Jesús, porque te digo la verdad: nunca en el pasado tu espíritu ha estado tan bien como ahora.

Y no llegues a creer que soportas tus sufrimientos como reparación por culpas cometidas, pues es únicamente la acción del Señor, que te aflige para adornar la diadema con las perlas que quiere para ti.


 (19 de septiembre de 1914 -  Raffaelina Cerase - Ep. II, p. 174)

Consejo de San Pío de Pietrelcina sobre la Paz Espiritual


Recuerda que la paz espiritual puede ser conservada aún en medio de las tormentas de la vida. Como bien sabes, consiste en mantener relaciones pacíficas con todos los que nos rodean, deseándoles bien en todas las cosas. También consiste en estar en buena relación con Dios a través de la gracia santificante. La prueba de que estamos unidos a Dios es la certeza moral de que, en nuestra conciencia, no estamos cometiendo ningún pecado mortal. Resumiendo, la paz consiste en haber alcanzado la victoria sobre el mundo, el demonio y nuestras propias pasiones.

Esta paz que Jesús nos ha traído puede seguir siendo nuestra no sólo cuando gozamos de abundantes consolaciones espirituales sino también cuando nuestros corazones están llenos de dolor y preocupaciones.


Carta a Raffaelina Cerase, 10 de octubre de 1914.

Acto de consagración a la Santa Faz


¡Oh Faz amabilísima de Jesús! ¡Aquí vengo, atraído por tu dulce mirada, que, como divino imán, arrebata mi corazón, aunque pobre y pecador!

¡Oh Jesús! Quisiera enjugar tu adorable Faz y consolarte de las injurias y olvido de los pecadores.

¡Oh Rostro hermosísimo! Las lágrimas que brotan de tus ojos me parecen diamantes, que quiero recoger para comprar con ellos las almas de mis hermanos.

¡Oh amado Jesús! Si yo tuviera el amor de todos los corazones, todo sería para Tí.

Envía, Señor, almas, sobre todo almas de apóstoles y de mártires para abrazar en tu amor a la multitud de los desgraciados pecadores.

¡Oh adorable Jesús! Mientras aguardo el día eterno en que contemplaré tu gloria infinita, mi único deseo es venerar tu Faz santísima, a la cual consagro desde ahora para siempre mi alma con sus potencias y mi cuerpo con sus sentidos.

¡Oh mi Jesús! Haz que tu Rostro lastimado sea aquí abajo mi encanto y mi cielo.


Amén.

jueves, 4 de mayo de 2017

Novena a Nuestra Señora de Fátima (4-13 de mayo)


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro, amén.

Pésame, Dios mío,
y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido.
Pésame por el Infierno que merecí y por el Cielo que perdí;
pero mucho más me pesa,
porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos.
Antes querría haber muerto que haberos ofendido,
y propongo firmemente no pecar más,
y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. 
Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA (Para todos los días)

Oh Nuestra Señora de Fátima, en mi pobreza, en mi destierro, en mis sinsabores, te contemplo como arco iris de esperanza, de paz y de protección. Sé mi consuelo en la lucha y en los peligros; mi luz en la oscuridad; mi escudo en las batallas contra las pasiones, el mundo y el demonio. Sálvame y salva a todos los pecadores. Amén.

DÍA PRIMERO

El Ángel de la Paz se aparece a los tres pastorcitos, se postra de rodillas y pegando la frente al suelo les enseña a orar repitiendo tres veces: “Oh, Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan ni os aman”. Les asegura que si oran “con humildad, confianza y amor reparador, los Corazones de Jesús y María escucharán sus plegarias”. Desde hoy empiezo a imitar al Ángel y a los tres pastorcitos. Ayúdame, Madre mía. 

SÚPLICA FINAL (para todos los días)

Oh dulcísima Reina del mundo. Madre de Dios y nuestra, que al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los Mandatos divinos, el rezo cotidiano del rosario, la reparación y la consagración a su Inmaculado Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial anhelo de contemplarte, acudo a prometerte la leal correspondencia a tus deseos, y a implorar que protejas al Papa, a los obispos y a los sacerdotes, a los religiosos y demás fieles cristianos. 

Orienta, bondadosa Reina de la Paz, a los gobernantes, convierte a los pecadores y paganos, consuela a los afligidos y perseguidos. Cura, oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos, asiste a los agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio. Te ruego, en fin, oh Blanca y Peregrina Señora del Rosario de Fátima, por todas mis necesidades… (pida cada uno la gracia que desee alcanzar). Yo, confiado en tu omnipotencia suplicante, me abandono en tus amorosos brazos. Recíbeme, como hijo, en tu maternal regazo, y no me desampares en la vida ni en la muerte.
Así sea.

¡Nuestra Señora de Fátima, Salud de los enfermos; ruega por nosotros!
¡Oh dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía!

DÍA SEGUNDO

La segunda vez el Ángel de Portugal (de la patria) se aparece a los tres niños notificándoles que los Corazones de Jesús y María tenían designios de misericordia sobre ellos. “Ofreced, les dice, oraciones y sacrificios en reparación de los pecados y para obtener la conversión de los pecadores. Aceptad con resignación los padecimientos. Así vendrá la paz”. Quiero seguir ese consejo. Ayúdame, oh Madre mía, a ser alma orante y reparadora. (Súplica Final, etc.).

DÍA TERCERO

La tercera vez es el Ángel de la Eucaristía. Trae en sus manos un cáliz y una hostia. Dejándolos suspensos en el aire, se arrodilla suplicando así: “Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, y os ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presentes en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes que se infieren. Por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y por la intercesión del Corazón Inmaculado de María os pedimos la conversión de los pecadores”. Les da la Comunión. Y se sienten fortalecidos. Así quiero adorar, suplicar y comulgar a menudo. (Súplica final, etc.).

DÍA CUARTO

Se les aparece por primera vez la Santísima Virgen. Les dice que viene del Cielo; que no teman, y que les va a hacer bien. Quiere que la visiten los días 13 de cada mes. Les pregunta si están dispuestos a sufrir en reparación por las blasfemias e injurias a su Inmaculado Corazón. Contestan los niños que quieren padecer por todas esas intenciones y rezar todos los días el rosario para obtener la paz. Oh, Madre mía, yo quiero ser tu hijo fiel. Hago propósito de obedecerte a imitación de los tres pastorcitos. Ayúdame. (Súplica final, etc.)

DÍA QUINTO

La Santísima Virgen confía a los niños un secreto para bien de ellos, pero no para enriquecerse. Les dice que su Hijo Jesús quiere servirse de Lucía para dar a conocer y amar la devoción a su Inmaculado Corazón rodeado de punzantes espinas, que simbolizaban los agravios de los hombres. Quiero, oh Madre mía, consolarte y desagraviarte. Inspírame. (Súplica final, etc.).

DÍA SEXTO

En la tercera aparición, la Santísima Virgen les enseña que al ofrecer los sacrificios deben decir así: “Oh, Jesús, lo hago por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de las injurias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María”. Al retirarse les muestra el infierno. Un mar de fuego. En él negros demonios. Los pecadores eran devorados por las llamas entre gritos y lamentos. La vista de la Blanca Señora les conforta. Les asegura que al fin triunfará su Inmaculado Corazón. Me consagro a Ti y me comprometo a la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados. Dame perseverancia. (Súplica final, etc.).

DÍA SÉPTIMO

Después de la visión del infierno tomaron más en serio la vida. Jacinta pensaba en la eterna condenación de los que morían sin confesarse. Francisco se acordaba de Jesús Sacramentado, olvidado, ofendido y muy triste. Lucía añoraba el cielo. Los tres intensificaron oraciones, ayunos y toda clase de mortificaciones. Repiten sin cesar la jaculatoria que la misma Blanca Señora les enseñara: “Oh, Jesús mío, perdónanos nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”. Así quiero vivir, pensar y orar yo también. (Súplica final, etc.).

DÍA OCTAVO

Los pastorcitos fueron perseguidos y encarcelados. En la prisión hacen de misioneritos enseñando a los delincuentes a rezar el rosario. Dan ejemplo de resignación. No se apropian las limosnas de los peregrinos. Son para pagar los gastos de la fiesta y para construir la capilla. Muchos van al infierno porque no tienen quien se sacrifique y ruegue por ellos. Como los niños voy a perseverar rezando el rosario todos los días con esas intenciones. Para curar el cuerpo, antes hay que limpiar el alma de pecado. Quiero con tu gracia, Madre Mía, llevar a la práctica esos consejos. (Súplica final, etc.).

DÍA NOVENO

En la sexta aparición se manifiesta abiertamente: “Soy, dice, la Virgen del Rosario y vengo a exhortar a los fieles que abracen una vida cristiana”. Quiere una capilla en su honor, que se persevere en el rezo cotidiano del rosario. Así se obtendrá la paz. Les dice que el Señor está demasiado ofendido. Prueba la verdad de sus apariciones con el milagro del sol danzando por los espacios. Asombró a los 70 mil peregrinos que contemplaron el espectáculo. Oh, Nuestra Señora de Fátima, quiero vivir tu Mensaje Celestial y además practicarlo para merecer tu protección y lograr la ansiada paz mundial. (Súplica final, etc.).