domingo, 15 de enero de 2017

Historia del Santo Niño de Atocha


Retratada como un pequeño peregrino español, la imagen del niño Jesús, conocido como el Santo Niño de Atocha, usa un largo vestido con una capa que tiene un ancho cuello de encaje y puños con volados. En su capa está la imagen tradicional de un peregrino, una concha de berberecho, y él sostiene una pequeña canasta con su mano izquierda, y una vasija de agua está sostenida por un bastón que tiene en su mano derecha. El pequeño santo niño usa sandalias abrochadas con hebillas –huaraches- de plata, y un sombrero grande y flexible con una pluma. Aunque se lo conoce como un peregrino, generalmente se lo muestra sentado en una pequeña silla.


La tradición devota del Santo Niño de Atocha es un relato rico, tanto en historia como en devoción. Aunque el Santo Niño es el trabajador milagroso, la devoción originalmente fue Mariana. Como es apropiado, antes de que se le pida a un niño hacer algo, la persona que pide debe solicitar en primer lugar permiso a la madre del niño.  De este modo, los rezos y las novenas para el Niño de Atocha comienzan con un rezo a María, Nuestra Señora de Atocha.

Según la tradición, la devoción a Nuestra Señora de Atocha y su niño hacedor de milagros se originó en Antioca, y San Lucas el Evangelista fue el escultor de la primera imagen de la madre y el niño. De este modo, es posible que la palabra Atocha provenga de Antioquía. La devoción a Nuestra Señora con ese nombre se extendió rápidamente, y en 1162 hubo una hermosa estatua medieval en la Iglesia de Santa Leocadia en Toledo. En 1523, Carlos V de España pagó un enorme templo y ubicó la estatua bajo el cuidado de los Dominicos. La imagen del Santo Niño era desmontable, y las familias devotas tomaban prestada la imagen del niño cuando una mujer estaba a punto de dar a luz a su bebé.

La leyenda devota del hacedor de milagros, el pequeño Santo Niño, surgió en España. En Atocha, un suburbio de Madrid, muchos hombres estaban en prisión debido a la fe que profesaban. Como los carceleros no alimentaban a los prisioneros, las familias les traían los alimentos. En una época, el califa emitió una orden que consistía en que nadie excepto niños de doce años o menores podía traer alimentos a los prisioneros.  Aquellos que tenían niños jóvenes podían mantener con vida a sus familiares. Pero ¿Qué les sucedería a los demás? Las mujeres del pueblo suplicaban a Nuestra Señora, pidiéndole que las ayudara a encontrar una forma de alimentar a sus maridos, hijos y hermanos. 

Al poco tiempo, los niños volvieron a sus hogares con una historia extraña. Un joven niño visitaba y alimentaba a los prisioneros que no tenían niños jóvenes que los alimenten. Ninguno de los niños sabía quién era, pero la pequeña vasija de agua que llevaba nunca estaba vacía, y la canasta siempre estaba llena de pan para alimentar a todos los desafortunados prisioneros que no tenían niños propios que les trajeran alimentos. Llegaba de noche, pasando al lado de los guardias que dormían o sonriendo amablemente a los que estaban despiertos. 

Aquellos que habían pedido un milagro a la Virgen de Atocha comenzaban a sospechar acerca de la identidad del pequeño niño. Como una manera de confirmarlo, los zapatos de la estatua del niño Jesús estaban gastados. Cuando los reemplazaron por unos nuevos, esos también estaban gastados. 

Luego de que Fernando e Isabel expulsaron a los moros de España en 1492, la gente continuó invocando la ayuda de Nuestra Señora de Atocha y su Santo Niño.
Cuando los españoles llegaron al Nuevo Mundo, trajeron consigo las devociones de sus tierras nativas.  Aquellos que provenían de Madrid naturalmente trajeron su devoción a Nuestra Señora de Atocha. En 1540, se descubrieron minas de plata en México, y los trabajadores españoles de minas emigraron aquí.  

En Plateros, una pequeña aldea cercana a las minas de Fresnillo, se construyó una iglesia en honor a Santo Cristo de los Plateros, un crucifijo milagroso, comenzando la construcción a fines de la década de 1690.  Se colocó en un altar del costado una hermosa imagen española de Nuestra Señora y su Niño Divino. 

En la estatua original de Nuestra Señora de Atocha en el santuario mexicano ella sostenía al Santo Niño con subrazo izquierdo. El niño era desmontable y en una oportunidad la imagen original se perdió. Se talló un reemplazo a medida. El nuevo niño tenía características indígenas. Más parecida a una muñeca que a una escultura, la imagen tenía una peluca de pelo humano y sus manos eran muy grandes y toscas. Los párrocos comenzaron a llevar al Santo Niño a las procesiones en las Navidades, en las fiestas de febrero de Candelaria, en la Purificación de la Virgen, a la iglesia parroquial cercana a Fresnillo.  Vestían al Santo Niño con diferentes atuendos para destacar las festividades estacionales del calendario litúrgico.

A fines de la época colonial, la devoción al Santo Niño creció y eclipsó a la devoción a Nuestra Señora de Atocha, y también a la del Señor (Santo Cristo) de los Plateros.  En un inventario de 1816, se describe a la pequeña imagen del Santo Cristo usando un vestido púrpura y sosteniendo un pequeño globo de plata y un cetro. Su vestido estaba decorado con varios Milagros plateados y él había obtenido dos retablos en acción de gracias por parte de clientes agradecidos. En 1838, un nuevo inventario mostró que la pequeña imagen había sido trasladada a un nicho en el altar principal. Aún vestido como un niño príncipe, había ganado un rosario y un cinturón y tenía veintinueve conjuntos de ropa y treinta y dos retablos (pinturas en lata o madera dadas como ofrendas ex voto).

Como la reputación del Santo Niño como hacedor de milagros creció a través de los años, el santuario en el área escasamente poblada de montañas escarpadas se convirtió en un importante lugar de peregrinación. El Santo Niño había recibido tantas ofrendas de voto que en 1883 se construyó un edificio especial, el salón de retablos, para albergarlas y ser un museo del santuario.

Así como sus viajes anuales en peregrinación a Fresnillo habían alimentado su reputación como una imagen deambulante o peregrina, una novena que se escribió en su honor en 1848 contribuyó a sus patrocinios tradicionales.  La novena se escribió para completar una manda, o un voto, para rezarle al Santo Niño a cambio de la recuperación del autor de una grave enfermedad.  Calixto Aguirre comenzó su Acción de Gracias con un viaje desde Guanajuato a Plateros.  

Aquí, con la ayuda de dos hombres conectados con el santuario, transcribió el registro de nueve milagros de los retablos, utilizando cada uno como un tema inspirador para las plegarias del día. La novena describía al Santo Niño con los atributos de un pequeño peregrino en lugar de un niño rey. Los milagros descritos son a favor de prisioneros y de aquellos que están atrapados en un sistema jurídico injusto, mineros, inmigrantes, víctimas de delitos y de malas condiciones económicas y laborales, y en favor de los que están gravemente enfermos. Había sido llamado el Patrón de los Desamparados, o “los abandonados.”  La novena de Aguirre tuvo una enorme distribución en México, Nuevo México, y América Central, y se extendió rápidamente la reputación del Santo Niño.

En 1857, Severiano Medina de Nuevo México peregrinó a Fresnillo y trajo de vuelta una pequeña estatua del Santo Niño. Esta estatua fue consagrada en una capilla privada en Chimayo, cerca de Santa Fe. Allí, la devoción local comenzó a crecer como había crecido cuando llegó al Nuevo Mundo. En este santuario hay un pocito, o aljibe, donde los devotos vienen a llevar tierra bendita como un sacramento en honor al Santo Niño y como una ayuda para curar. 


Algunas de las primeras tropas americanas que entraron en acción en la Segunda Guerra Mundial fueron de la Guardia Nacional de Nuevo México. Lucharon con valentía en Corregidor, con las defensas y túneles subterráneos. Los católicos recordaron que el Santo Niño de Atocha ha sido considerado durante mucho tiempo un patrón de todos los que estaban atrapados o presos.  Muchos de ellos prometieron que si sobrevivían a la guerra harían una peregrinación desde Santa Fe a Chimayo en el Día de Acción de Gracias. Cuando finalizó la guerra, dos mil peregrinos, veteranos de Corregidor, Bataan y campos de prisión japoneses, junto con sus familias, recorrieron el largo y difícil camino desde Santa Fe a Chimayo. Algunos caminaron descalzos al pequeño santuario de adobe.

Existen otras imágenes del Santo Niño como un pequeño peregrino deambulante en todo el mundo. Dos de ellas son la que está en Cuzco, en la región de Perú y la llamada “palaboy” o “wanderer” (“peregrino”) en las Filipinas. El pequeño niño de Atocha peregrino y hacedor de milagros visita los corazones de todos con Su tierno amor.


Pasaje del Santo Niño Jesús por Ann Ball y Damian Hinojosa. 

Tomado de: El Santo Niño de Atocha
                    Chimayo, Nuevo México





La Virgen, Tu Madre

Reflexión del Padre Pío sobre la Oración.

¡Cosas de mamá!

Qué detalle Señor

Jesús llama a sus Discípulos

Madre de Cristo Sacerdote

Padre Nuestro de los niños

viernes, 13 de enero de 2017

Oraciones Básicas Católicas



Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.


Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
 Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


Gloria:

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.





Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos; está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo.
La Santa Iglesia Católica; la comunión de los Santos.
El perdón de los pecados.
La resurrección de la carne.
La vida perdurable. Amén.



Credo Niceno-Constantinopolitano

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por Quien todo fue hecho, que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.



La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Ángelus

Esta oración, que en su forma actual ya se conocía en el s. XVI, nos recuerda el gran misterio de la Encarnación, por el cual María fue elevada a la excelsa dignidad de Madre de Dios.
Se reza tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer.
Se debe rezar de rodillas, excepto el sábado por la tarde y el Domingo, que se reza de pie, en recuerdo de la resurrección de Jesús.

V. El Ángel del Señor Anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oremos:
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, a fin de que habiendo conocido por la voz del Ángel el Misterio de la Encarnación de tu divino Hijo, podamos, por los méritos de su Pasión y de su Cruz, alcanzar la gloria de la Resurrección. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.


Regina Coeli

Esta antífona, que data del s. X, se reza durante el tiempo pascual en vez del Ángelus (siempre de pie)

V. Reina del Cielo, alégrate, aleluya.
R. Porque Aquel, a Quien mereciste llevar, aleluya.
V. Resucitó según dijo, aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios, aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya.
R. Porque resucitó el Señor verdaderamente, aleluya.

Oremos:
Oh Dios, que has alegrado al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, concédenos, por la intercesión de su Madre, la Virgen María, alcanzar los gozos de la Vida eterna. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.


Bendita sea tu pureza

Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón;
mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.


Magníficat
(Lc. 1, 46-55)

Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono, y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.


Acordaos (Memorare)

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.


Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V. Envía, Señor, tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos. Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, danos el gustar todo lo recto según el mismo Espíritu y gozar siempre de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.


 Acto de contrición

Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.


Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.


ORACIONES DE LA MAÑANA

+ Por la señal de la Santa Cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Señor y Dios mío, en quien creo, en quien espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón; te doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano y por haberme conservado la vida en esta noche.
Te ofrezco todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos del presente día, a mayor honra y gloria tuya, en penitencia por mis pecados y en sufragio de las almas del purgatorio.
Dame, Señor, tu gracia para que pueda servirte fielmente en este día, y me vea libre de todo pecado y de todo mal. Amén.

Padre nuestro...
Dios te salve, María...
Gloria al Padre…


Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.

Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor.
Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno.

Ver a tus hijos detrás de las apariencias,
como los ves tu mismo,
para así poder apreciar la bondad de cada uno.

Cierra mis oídos a toda murmuración.
Guarda mi lengua de toda maledicencia.
Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mi.

Quiero ser tan bienintencionado y bueno
que todos los que se acerquen a mi sientan tu presencia.

Revísteme de tu bondad señor
y haz que en este día yo te refleje.

Amén.


Consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y María:

Oh Jesús mío, por medio del Corazón Inmaculado de María Santísima, te ofrezco las oraciones, obras, trabajos y gozos y sufrimientos del presente día, en unión con el Santo Sacrificio de la Misa por todo el mundo, en reparación por mis pecados y en particular por las intenciones de la Santa Iglesia.
Deseo ganar este día todas las indulgencias y méritos que pueda, y ofrecerlos junto conmigo, a María Inmaculada, a quién Vos habéis designado la dispensadora de los méritos de Vuestra Preciosa Sangre, especialmente por medio de este Escapulario (besa tu Escapulario café) para que Ella pueda aplicarlos mejor a los intereses de Vuestro Sacratísimo Corazón. Amén.


Oración a la Santísima Virgen

Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy del todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.


Dulce Jesús, renovamos la Consagración de nuestra familia a Tu Divino Corazón. Sé siempre nuestro Rey. Que Tu Espíritu penetre nuestros pensamientos, deseos, palabras y obras. Bendice nuestras empresas, comparte nuestros gozos, nuestras pruebas y labores. Concédenos que Te conozcamos mejor, amarte más y servirte sin desmayo. Amén



A San José

Señor, que con inefable providencia te has dignado escoger a San José para esposo de tu santísima Madre, haz que así como le veneramos cual protector en la tierra, así sea él nuestro intercesor en el cielo. Amén.


Glorioso San José, padre adoptivo de Jesús y esposo de la bienaventurada Virgen María, te elijo, desde ahora y para siempre, por mi particular patrono, por dueño y director de mi alma y de mi cuerpo, de mis pensamientos, palabras y obras, de mi vida y de mi muerte. Te suplico me recibas por servidor tuyo perpetuo, me asistas en todas mis acciones, y me obtengas la inestimable gracia de vivir y morir como tú, en el amor de Jesús y de María. Amén.


Al Ángel de la Guarda

Ángel de Dios, que eres mi custodio, ya que la soberana piedad me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día. Amén.



Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que me dejes en los brazos de Jesús, José y María.



Santo Ángel de la Guarda, semejanza del Señor, siempre te tengo a mi lado como padre guardador; yo te ruego Ángel querido, por tu gracia y tu poder que nos hayas de defender de los enemigos malditos, ahora y en todo sitio que fuere de menester.




ORACIONES DE LA NOCHE

Señor y Dios mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a todas las cosas, te doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado en este día. Dame luz y gracia para conocer mis pecados y arrepentirme de ellos.

Te adoro, Dios mío, postrado con profunda humildad ante tu presencia soberana. Creo en ti, porque eres Verdad infalible. Espero en ti, porque eres Bondad infinita, fiel a tus promesas. Te amo con todo mi corazón, porque eres sumamente amable, y amo a mi prójimo como a mí mismo por amor a ti. Amén.


Examen de conciencia

Es indispensable, para la vida normal del cristiano, no descuidar, ni una noche, el examen de conciencia o revisión del día.

Se puede hacer según el siguiente orden:

A. Dar gracias a Dios por los beneficios recibidos.
B. Pedir gracia para conocer los pecados y detestarlos.
C. Examinar brevemente las faltas cometidas durante el día, particularmente el defecto dominante.
D. Pedir perdón a Dios por dichas faltas.
E. Proponer enmienda con su gracia.


Himno de Completas

Disipa la densa noche,
oh Cristo, día y fulgor,
Tú que eres Luz de Luz,
de los justos resplandor.

Custódiame esta noche
con tu amor y con tu paz,
en ti hallemos el descanso,
dulces horas de solaz.

Si el sueño cierra los ojos,
te contemple el corazón;
proteja tu suave mano
a cuantos te aman, Señor.

Rechaza a nuestros rivales,
guárdanos, oh Defensor,
gobierna a todos los hombres
que Tu Sangre redimió.

A Tí, Cristo, Rey clemente,
y a ti, Padre Creador,
con el Espíritu Santo
se tribute siempre honor. Amén.


Oración para bendecir la habitación:

Visita, Señor, esta habitación, y aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición esté siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

El Señor todo poderoso nos conceda una noche serena y una muerte santa. Amén.


Novenas al Santo Niño de Praga



Novena de las nueve horas al Santo Niño de Praga

(Esta novena se reza cada hora por nueve horas consecutivas en el mismo día.)

Oh Jesús, que habéis dicho "Pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá," por la intercesión de María Vuestra Santísima Madre, yo llamo, yo busco, yo os pido que me concedáis esta gracia. (Petición.)

Oh Jesús, que habéis dicho "Cualquier cosa que pidierais al Padre en Mi Nombre os la concederá" por intercesión de María, Vuestra Santísima. Madre, humildemente y urgentemente suplico a Vuestro Padre en Vuestro Nombre que me concedáis esta gracia. (Petición.)


Oh Jesús, que habéis dicho "Cielo y Tierra pasarán, pero mi palabra no pasará" por intercesión de María, Vuestra Santísima Madre, siento confianza que mi súplica será concedida. (Petición.)



Novena de los nueve días

Día primero:

Oh dulce Niño Jesús, a tus pies, consciente de mi poquedad, me dirijo a Tí que eres mi todo. Tengo gran necesidad de tu ayuda. Mírame con piedad y, ya que eres omnipotente, socorre mi necesidad.

Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.

Padre Nuestro:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María:
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria:
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno del Santísimo Nombre de Jesús.

Jesús, dulce memoria,
del corazón armonía,
más que el vino, más que todo,
tu presencia es alegría.
Tu canto es el más suave
y el más grato al oído;
tu pensamiento es el más dulce,
Jesús, Hijo de Dios y Rey mío.

Esperanza del penitente,
benigno con quien te invoca,
bueno con quien te busca,
¿Qué será el encontrarte?

La lengua no puede decir,
ni la palabra expresar,
sólo quien te encontró,
sabe lo que es amar.
Jesús, eres nuestra alegría,
eres nuestro premio eterno;
en Tí está nuestra gloria
ahora y por los siglos.
Amén.

V. Bendito sea el nombre del Señor.
R. Ahora y por siempre

Oración

Oh Dios, que has constituido a tu Unigénito Salvador del género humano, y quisiste que fuese llamado Jesús, concédenos un día poder contemplar en el cielo Aquel que veneramos en la tierra con el Santo Nombre. Amén.

Día Segundo

Oh esplendor celeste del Padre, en quien brilla la divinidad, te adoro profundamente, mientras te confieso verdadero Hijo de Dios.

Te ofrezco el humilde homenaje de todo mi ser. No permitas que jamás me separe de Tí, mi sumo bien.

Padre nuestro - Ave María – Gloria

Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.

Día tercero

Oh Niño Jesús, al contemplar tu semblante, me siento con gran confianza; sí, todo lo espero de tu bondad. Irradia, oh Jesús, tu gracia sobre mí y mis seres queridos, así podré cantar tu infinita misericordia.

Padre nuestro - Ave María - Gloria

Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.


Día cuarto

Oh Jesús, te reconozco mi soberano absoluto. No quiero servir al demonio, a mis pasiones, al pecado. Reina, oh Jesús, sobre este pobre corazón y hazlo tuyo para siempre.

Padre nuestro - Ave María - Gloria

Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.

Día quinto

Yo te contemplo, oh redentor dulcísimo, revestido de un manto de púrpura. Es tu uniforme real. ¡Cómo me habla de sangre! Sangre derramada por mí. Haz, oh Jesús, que corresponda a tanto sacrificio y no rechace cuando se me presente cualquier trabajo de sufrirlo por tí.

Padre nuestro - Ave María - Gloria

Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.

Día sexto

Oh amabilísimo Niño, al mirarte sostener el mundo, mi corazón se llena de gozo. También a mí me sostienes cada instante, me guardas como tuyo. Cuídame, oh Jesús, y socorre todas mis necesidades.

Padre nuestro - Ave María - Gloria

Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.

Día séptimo

Sobre tu pecho, oh Niño Jesús, brilla una Cruz. Es el estandarte de nuestra redención. También yo, oh Divino Salvador, tengo mi cruz, que, si bien es ligera, con frecuencia me agobia. Ayúdame a sostenerla, para que la lleve siempre con fruto. Bien sabes cuán débil soy.

Padre nuestro - Ave María - Gloria
Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.

Día octavo

Junto con la Cruz, sobre tu pecho vislumbro, oh Niño Jesús, la imagen de tu corazón. Tú eres el verdadero Amigo, que generosamente se prodiga y se inmola por la persona amada. Lléname de caridad, oh Jesús, y enséñame a corresponder a tu Amor.

Padre nuestro - Ave María - Gloria

Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.

Día noveno

Tu diestra omnipotente, oh Niño Jesús, cuántas bendiciones ha derramado sobre aquellos que te honran y te invocan. Bendíceme también y bendice toda mi vida. Bendice mis deseos y socorre mis necesidades. Escucha piadoso mis votos, y bendeciré cada día tu Santo Nombre.

Padre Nuestro - Ave María – Gloria


Por tu divina infancia, oh Jesús, concédeme la gracia que insistentemente te pido (se expresa) si es un bien para mí y es conforme a tu voluntad. No mires mis pecados, sino mi fe y tu gran misericordia.