viernes, 26 de febrero de 2016

Diez (10) beneficios que nos concede la practica del ayuno y la penitencia

Aquí están una serie de razones por las que debemos tomar en serio nuestra vida sobria del sacrificio, la negación y la autodisciplina.



Para complacer a Dios no sólo debemos "hacer" lo que es correcto, sino también debemos tener la intención correcta; en la espiritualidad esto se llama “pureza de intención” o “rectitud de intención”.



San Pablo nos exhorta: "sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios". (1 Cor 10,31) Y esto nos recuerda el lema ignaciano de cuatro letras: AMDG (Ad Maiorem Dei Gloriam) que significa que debemos hacer todo lo posible para mayor honor y gloria de Dios.



Santa Faustina Kowalska constantemente se esforzaba por agradar a Jesús, no a las personas que la rodeaban. Algunos pensaban que era extraña en sus acciones y la criticaban. O somos "agradables a las personas" o "Agradables a Dios". ¡Elige! ¡Luego actúa en consecuencia!



Con respecto al ayuno, la oración y la limosna, Jesús repite la advertencia de que estas acciones no se deben de hacer para ser visto, aplaudido y alabado por los demás, ni siquiera por propio engrandecimiento. Más bien, deben hacerse en secreto, sólo para agradar a Dios, "para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará". (Mt. 6,4)



Dicho esto vamos a dar brevemente una serie de razones por las que debemos tomar en serio nuestra vida sobria del sacrificio, la negación y la autodisciplina para que estas acciones sean agradables a Dios, nuestro Padre Celestial.



1.- Imitación de Cristo

La vida de todo cristiano debe ser una búsqueda ardiente de luchar con toda la energía de nuestra voluntad, para imitar a Cristo hasta el punto en que podamos decir con San Pablo: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí". (Gal 2,20) Obviamente, la mayoría de nosotros no puede ayunar cuarenta días y cuarenta noches en el desierto como Jesús, ¡pero podemos renunciar a algo con generosidad!



2.- Reparación de nuestros pecados.

Por justicia, debido a nuestros muchos pecados, nos vemos obligados a reparar el daño que hicimos al cometerlos. El Papa Juan Pablo II habla de las cinco esferas impactadas por los efectos negativos de nuestros pecados: teológica, personal, social, eclesial y cósmica.



San Pablo dice que lo que sembramos es lo que vamos a cosechar en el Día del Juicio. Un anuncio publicitario decía: ¡Pague ahora o pague después! Creo que es mejor pagar ahora en esta vida con nuestro sacrificio, si no, lo haremos en el Purgatorio, es peor si lo dejamos para después de esta vida.



3.- Reparación por los pecados de nuestra familia.

Todos estamos conscientes de que hay familiares que se han alejado de Dios, de la Iglesia, es decir, del camino al cielo. Nuestros seres queridos están sufriendo, a pesar de que no pueden admitirlo; y peor aún, su salvación está en peligro. Con el ayuno y la penitencia podemos pedir al Señor por su conversión, su santificación y la salvación eterna de sus almas inmortales.



Santo Tomás de Aquino dice que un alma vale más que todo el universo creado. ¡Fue salvada por la Sangre Preciosa del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!



4.- Conversión de los pecadores.

En las dos apariciones Marianas aprobadas: Lourdes en Francia y Fátima en Portugal, Nuestra Señora no sólo insistió en la oración, sino que también ha insistido en la importancia de los sacrificios por la salvación de los pecadores.



En Fátima, Nuestra Señora dijo que muchas almas se pierden porque no hay nadie que ofrezca sacrificios por ellos. La visión del infierno recibida el 13 de julio de 1917, motivó a los niños pastorcitos a ofrecer sacrificios heroicos y constantes para la conversión de los pecadores.



5.- Solidaridad con los pobres.

A lo largo y ancho del mundo se puede encontrar mucha gente que se irá a la cama esta noche sin haber probado bocado en todo el día; los niños realmente mueren de hambre. Es muy difícil la situación de tantas personas en tantas naciones que mueren de hambre, esto es un escándalo, en especial en los países que tienen una abundancia de bienes. Experimentar un estómago vacío, hacerlo gruñir, a veces nos puede ayudar a identificarnos con nuestros millones de hermanos y hermanas que sufren de esto a diario. Esto se llama “solidaridad con los pobres”.



6.- El espíritu conquista la carne.

Hay una guerra dentro de cada uno de nosotros como resultado del pecado original que se llama concupiscencia (Palabras de Santo Tomás); San Pablo le llama la batalla entre la carne y el espíritu.



Una de dos: o la carne conquista al espíritu y resulta la esclavitud de la carne y del pecado, o el espíritu vence a la carne y el resultado será la libertad de los hijos e hijas de Dios. Se necesitan: la oración, la penitencia y el ayuno para conquistar los más bajos instintos que hay dentro de nosotros.



7.- Libertad

Cuando somos capaces de decir "no" a nuestros deseos, incluyendo aquellos que son sanos y los merecemos, entonces experimentamos la verdadera libertad. En otras palabras, las cosas materiales no tienen una influencia sobre nosotros. Podemos decir "sí" y "no" al comer con voluntad. Este es el autocontrol, y el autocontrol produce una verdadera libertad interior.



Jesús dice muy claramente que el pecado es una forma de esclavitud. Vemos cómo los alcohólicos, drogadictos, pornoadictos, apostadores en juegos, entre otros, no quieren admitir que no tienen libertad, ¡pero sus adicciones son una forma moderna de esclavitud!



8.- Conquistar al demonio.

Después de que Jesús había expulsado el demonio de un muchacho, los Apóstoles preguntaron a Nuestro Señor el por qué no pudieron expulsarlo ellos.  Jesús respondió claramente: "Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración". (Mc 9,29) En exorcismos formales, el exorcista no sólo debe orar por la persona poseída, sino también ayunar. El Santo Cura de Ars (San Juan María Vianney) fue capaz de expulsar a los muchos demonios de su parroquia. ¡Así logró la conversión de su parroquia, mediante la oración ferviente y el intenso ayuno!



9.- Crecer en la oración.

Santa Teresa de Ávila afirmó que la sensualidad (o entregarse a la carne) y la oración, no colaboran bien juntas. Una oración verdadera, auténtica y creciente, sin duda incluye la penitencia o el ayuno. En el desierto, Jesús no solamente oró, sino que también ayunó y así conquistó al demonio. La primera novena de la Iglesia fue Pentecostés. En esos nueve días los Apóstoles unidos con la Virgen María oraron y ayunaron. Como resultado hubo viento, un terremoto, el fuego y la transformación de los Apóstoles en verdaderos soldados de Cristo.



10.- Gracias especiales.

San Ignacio de Loyola nos invita a rezar y agregar la penitencia, sobre todo si necesitamos una forma especial de gracia desde lo alto. San Ignacio, en la sexta Regla de discernimiento, sugiere cuatro prácticas para superar el estado de desolación: la oración, la meditación, el examen de conciencia, y además, alguna forma de penitencia (Regla 6 para el discernimiento de los espíritus, San Ignacio de Loyola).



En resumen, la práctica de la penitencia y el ayuno queda muy lejos para una sociedad moderna sensual y materialista, hedonista y consumista. Parece ser un idioma extranjero. Sin embargo, muchas páginas de la Biblia fomentan esta práctica, así como los grandes héroes de Dios, los santos. Por lo tanto, consulta a tu confesor o director espiritual la manera en que puedes comprometerte generosamente con alguna forma de penitencia y ayuno para imitar a Cristo, reparar tus pecados, rogar por la conversión de los pecadores y experimentar así, la libertad de los hijos e hijas de Dios.



Adaptación y traducción al español por Rafael Ruiz, para PildorasdeFe.net, de artículo publicado originalmente en: Fr. Ed Broom´s Blog, autor: Fr. Ed Broom, OMV

Rosario de los siete dolores de la Virgen María



Se reza mediante un rosario compuesto por siete septenas de siete cuentas cada una, separadas por medallas que representan cada una uno de los siete dolores. En lugar del pequeño crucifijo de la corona dominica, la corona servita lleva una medalla que representa la imagen de la Virgen Dolorosa en el anverso y la escena del Clavario en el reverso. Así pues, el Septenario consta de 7 Padrenuestros y cuarenta y nueve Avemarías, a los que suele añadirse una Salve y el Padrenuestro, Ave y Credo por las intenciones del Romano Pontífice.




Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos Señor + Dios Nuestro.


Señor mío, Jesucristo, me arrepiento profundamente de todos mis pecados. Humildemente suplico vuestro perdón y, por medio de vuestra gracia, concededme ser verdaderamente merecedor de vuestro Divino Amor, por los méritos de vuestra Pasión y Muerte y por los Dolores de vuestra Madre Santísima. Amén.



Virgen Inmaculada, Madre de Piedad, llena de aflicción y amargura, os suplico ilustréis mi entendimiento y encendáis mi voluntad para que con espíritu fervoroso contemple vuestros Santos Dolores y pueda conseguir las gracias prometidas a los que reflexionen sobre vuestros sufrimientos. Amén.




Primer Dolor:
La profecía de Simeón.


Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padecisteis con el anuncio de Simeón cuando dijo que vuestro corazón sería el blanco de la Pasión de vuestro Hijo. Haced, Madre Mía, que sienta en mi interior la Pasión de vuestro Hijo y haga míos vuestros dolores.



Padrenuestro y siete Avemarías



V. Madre llena de aflicción.

R. De Jesucristo las Llagas grabad en mi corazón.




Segundo Dolor:
La persecución de Herodes y la huida de la Sagrada Familia a Egipto.



Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padecisteis en el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino. Haced, Señora, que sea libre de las persecuciones de mis enemigos, especialmente de los que buscan perder mi alma.



Padrenuestro y siete Avemarías.


V. Madre llena de aflicción.

R. De Jesucristo las Llagas grabad en mi corazón.




Tercer Dolor:

La pérdida del Niño Jesús en el templo de Jerusalén durante tres días.


Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padecisteis con la pérdida de vuestro Hijo durante tres días en Jerusalén. Concededme lágrimas de verdadera penitencia para llorar culpas por las veces que he perdido a mi Dios por el pecado y que lo halle para siempre.



Padrenuestro y siete Avemarías.



V. Madre llena de aflicción.

R. De Jesucristo las Llagas grabad en mi corazón.




Cuarto Dolor:

El encuentro de la Santísima Virgen con Nuestro Señor Jesucristo,cargado con la cruz, en la calle de la Amargura



Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padecisteis al ver a vuestro Hijo con la cruz sobre los hombros, caminando al Calvario con escarnio, baldones y caídas. Haz, Señora, que lleve con paciencia la cruz de la mortificación y de los trabajos cotidianos.



Padrenuestro y siete Avemarías



V. Madre llena de aflicción.

R. De Jesucristo las Llagas grabad en mi corazón.




Quinto Dolor:

La crucifixión de Jesús y su Santísima Madre

al pie de la Cruz



Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padecisteis al ver morir a vuestro Hijo clavado en la cruz entre dos ladrones. Haced, Señora, que viva crucificado para el mundo para vencer mis vicios y pasiones.



Padrenuestro y siete Avemarías.


V. Madre llena de aflicción.

R. De Jesucristo las Llagas grabad en mi corazón.




Sexto Dolor:

La Virgen teniendo en sus purísimos brazos el Sacratísimo Cuerpo de Jesús descolgado de la Cruz.


Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padecisteis al recibir en vuestros brazos aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado, con tantas llagas y heridas. Haced, Señora, que mi corazón viva herido de amor y muerto a todo lo profano.



Padrenuestro y siete Avemarías



V. Madre llena de aflicción.

R. De Jesucristo las Llagas grabad en mi corazón.




Séptimo Dolor:

La sepultura de Jesús y la soledad de la Santísima Virgen


Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padecisteis en vuestra soledad, sepultado ya vuestro Hijo. Haced, Señora, que yo quede sepultado a todo lo terreno, viva sólo para Vos y sienta en mi interior la Pasión de vuestro Hijo y vuestros dolores.




Padrenuestro y siete Avemarías.



V. Madre llena de aflicción.

R. De Jesucristo las Llagas grabad en mi corazón.




Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubrid mi alma con vuestra protección maternal a fin de que, siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a su amor y obedezca a su divina voluntad. Quiero, Madre Mía, vivir íntimamente unido a vuestro Corazón que está totalmente unido al de tu Divino Hijo. Atadme a vuestro Corazón con vuestras virtudes y dolores y al Corazón de Jesús y protegedme siempre. 

La Salve:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

Padrenuestro 


Padrenuestro que estás en el cielo, santificado sea Tu Nombre, venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal, amén.

Ave María

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bandito es el fruto de tu vientre, Jesús.Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.

Credo por las intenciones del Romano Pontífice:

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.

Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurección de la carne y la vida eterna. Amén